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EstudiosLasalianos 17 - Hermanos de las Escuelas Cristianas

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168<br />

CAPÍTULO 8 - LA PEDAGOGÍA LASALIANA Y LA CUESTIÓN DEL LATÍN<br />

el sacerdocio, nuestro Fundador incluyó <strong>las</strong> siguientes prohibiciones contra<br />

el latín en la Regla <strong>de</strong> los <strong>Hermanos</strong>:<br />

Los <strong>Hermanos</strong> que hubieren aprendido la lengua latina no harán uso<br />

alguno <strong>de</strong> ella, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que ingresen en la Sociedad, y se<br />

comportarán como si no la conociesen; así, pues, no se permitirá a ningún<br />

Hermano que enseñe la lengua latina a nadie, ni en casa, ni fuera <strong>de</strong><br />

ella. Tampoco se permitirá a nadie leer ningún libro en latín, ni <strong>de</strong>cir una<br />

sola palabra en latín sin necesidad absoluta e indispensable, y por or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong>l Hermano Director; como, por ejemplo, cuando se presente la ocasión<br />

<strong>de</strong> hablar a un extranjero que no sepa la lengua vulgar pero que sepa la<br />

latina. No habrá en ninguna casa <strong>de</strong>l Instituto libro alguno escrito únicamente<br />

en latín, excepto los libros <strong>de</strong> Oficio. Tampoco habrá ninguno que<br />

pueda servir para apren<strong>de</strong>r la lengua latina; y si hubiere libros latinos traducidos<br />

en lengua vulgar, en los que el texto latino esté <strong>de</strong> un lado y el<br />

vulgar <strong>de</strong> otro, sólo se permitirá leerlos, salvo en lectura pública, a los que<br />

tengan treinta años en quienes no se advierta afición alguna al latín; y leerán<br />

sólo lo que esté en lengua vulgar (RFD, 2002, p. 96; cf. CL 25, p. 93).<br />

El razonamiento que llevó a inscribir esta proscripción en la Regla era triple.<br />

La Salle y los primeros <strong>Hermanos</strong> pensaban que los estudios clásicos,<br />

<strong>de</strong> los cuales formaba parte el latín, eran: (1) innecesarios para su vocación<br />

<strong>de</strong> maestros <strong>de</strong> escuela primaria, (2) una posible tentación hacia el<br />

sacerdocio, y (3) una distracción para su vida <strong>de</strong> oración comunitaria y<br />

para la preparación <strong>de</strong> la c<strong>las</strong>e. 65<br />

Para que se tenga una comprensión más completa <strong>de</strong>l papel <strong>de</strong>l latín en los<br />

64<br />

La Iglesia, Pueblo <strong>de</strong> Dios, está compuesta por la jerarquía, los laicos, y los consagrados. La jerarquía<br />

está formada por aquellos que han sido or<strong>de</strong>nados - diáconos, sacerdotes y obispos - y se encarga<br />

<strong>de</strong> la tarea <strong>de</strong> enseñar, santificar y gobernar la Iglesia en el “nombre <strong>de</strong> Jesús y por el po<strong>de</strong>r Jesús”.<br />

Los laicos participan <strong>de</strong>l ministerio sacerdotal, profético y real <strong>de</strong> Cristo, y se encargan <strong>de</strong> llevar el<br />

Evangelio al “mundo” (es <strong>de</strong>cir, al mundo secular). La vida consagrada está compuesta por aquellos<br />

que profesan los consejos evangélicos <strong>de</strong> pobreza, castidad y obediencia, e incluye a miembros tanto<br />

<strong>de</strong> la jerarquía (or<strong>de</strong>nados) como a laicos (no or<strong>de</strong>nados). Aunque pertenecen a la <strong>de</strong>nominación <strong>de</strong><br />

“vida consagrada”, los <strong>Hermanos</strong> <strong>de</strong> <strong>las</strong> Escue<strong>las</strong> <strong>Cristianas</strong> no aceptan miembros <strong>de</strong> ambos estamentos<br />

-jerarquía y laicado- sino sólo a los laicos. Así, los <strong>Hermanos</strong> no admiten miembros que pertenezcan<br />

a la jerarquía: ni diáconos, ni sacerdotes, ni obispos. Es en este sentido que los <strong>Hermanos</strong> son<br />

conocidos como “religiosos laicos” (“religioso” viene <strong>de</strong> “vida religiosa”, que es numéricamente el tipo<br />

más numeroso <strong>de</strong> vida consagrada). Ver en el Catecismo <strong>de</strong> la Iglesia Católica, 873.<br />

65<br />

Cf. “Memorandum on the Habit” (RFD, 2002, p. 183; CL 11, págs. 349-354).

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