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EstudiosLasalianos 17 - Hermanos de las Escuelas Cristianas

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CAPÍTULO 12 - EL SERVICIO EDUCATIVO LASALIANO, ¿MEDIO DE QUÉ SALVACIÓN HOY? 299<br />

ESCUELA LASALIANA Y ESPIRITUALIDAD DE LA<br />

ENCARNACIÓN<br />

El espíritu <strong>las</strong>aliano nos compromete a exten<strong>de</strong>r el espíritu <strong>de</strong> pobreza con<br />

vistas a una sociedad portadora <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> una humanidad cada vez<br />

más dilatada. Este compromiso no preten<strong>de</strong> la realización <strong>de</strong> una salvación<br />

inscrita en el cielo <strong>de</strong> un futuro siempre lejano. La salvación pretendida<br />

no está en la otra vida sino que se instaura en la vida presente al convertirse<br />

en otra (Guerand, 1979, p. 53). La tentación, multiforme, <strong>de</strong> evadirnos<br />

<strong>de</strong> nuestra condición humana, es siempre permanente. Soñamos<br />

con un “más allá” en el tiempo y en el espacio, en el que seríamos ajenos<br />

al sufrimiento, al fracaso, a la vejez, a la muerte, al pecado… Como si la<br />

voz melosa <strong>de</strong> la serpiente nos murmurase al oído “seréis como dioses”<br />

(Gn 3,4). Soñamos con riquezas, po<strong>de</strong>r, que garanticen seguridad, confort<br />

y consi<strong>de</strong>ración social, o incluso con virtu<strong>de</strong>s, prendas <strong>de</strong> nuestra santidad…<br />

Esta actitud disimula nuestro rechazo a ser creaturas, hijos. Con<br />

ella, nos negamos a <strong>de</strong>jar un lugar en nosotros para el otro. De esa forma,<br />

nos oponemos a la creación <strong>de</strong> un hombre nuevo en nosotros. En cada<br />

uno, la humanidad no se crea verda<strong>de</strong>ramente más que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el interior.<br />

Eso no escapa al verda<strong>de</strong>ro educador cuya función es participar en ella.<br />

En el niño, Dios viene en cierto modo a “solicitar <strong>de</strong> nosotros su salvación”<br />

en este mundo. Esa es su manera <strong>de</strong> amarnos y <strong>de</strong> enseñarnos a amar<br />

al mismo tiempo. La obra <strong>de</strong> salvación comienza <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la niñez con el<br />

amor gratuito que ella requiere. Una vez traído el niño al mundo, a continuación<br />

hay que educarlo, es <strong>de</strong>cir, encontrarle y darle los medios <strong>de</strong><br />

nacer al mundo y a su propia existencia como don. Necesitado y <strong>de</strong>pendiente<br />

en su nacimiento, el niño no pue<strong>de</strong> merecer nada por sí mismo. En<br />

<strong>las</strong> familias, la preferencia <strong>de</strong> <strong>las</strong> madres va espontáneamente hacia los más<br />

pequeños, los más débiles… Efectivamente, esos son los que tienen mayor<br />

necesidad <strong>de</strong> amor en términos <strong>de</strong> atención, <strong>de</strong> paciencia y <strong>de</strong> cuidados.<br />

Para ellos, amar se convierte en una urgencia vital concreta. Necesidad<br />

concreta <strong>de</strong> atención y <strong>de</strong> escucha, a semejanza <strong>de</strong>l pobre; el niño reclama<br />

nuestra presencia en el presente. Ahora bien, evi<strong>de</strong>ntemente, “quien vive<br />

el presente es paciente, es perseverante, es amable, es pobre en todo, es<br />

puro, es misericordioso, puesto que posee el amor bajo su forma más bella

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