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EstudiosLasalianos 17 - Hermanos de las Escuelas Cristianas

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CAPÍTULO 2 - LA SALLE: INSERCIÓN SOCIAL Y LABORAL Y CAPACITACIÓN CRISTIANA 53<br />

Cantidad <strong>de</strong> evi<strong>de</strong>ncias hablan <strong>de</strong> esta finalidad esencial y <strong>de</strong> esta compenetración<br />

recíproca. A la puerta <strong>de</strong> <strong>las</strong> c<strong>las</strong>es había agua bendita para que<br />

los alumnos hiciesen la señal <strong>de</strong> la cruz. En <strong>las</strong> pare<strong>de</strong>s estaban tanto el<br />

crucifijo como imágenes sagradas. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> hacer la señal <strong>de</strong> la cruz, los<br />

alumnos se arrodillaban al llegar a su lugar; rezaban al inicio y al finalizar<br />

<strong>las</strong> c<strong>las</strong>es y, normalmente, también <strong>las</strong> lecciones; participaban <strong>de</strong> la Misa<br />

todos los días y, en los domingos y fiestas, también <strong>de</strong> <strong>las</strong> Vísperas. En la<br />

lección <strong>de</strong> escritura, utilizaban fórmu<strong>las</strong> <strong>de</strong> piedad o <strong>de</strong> moral.<br />

Con cierta frecuencia, los primeros pequeños manuales diocesanos <strong>de</strong><br />

catequesis servían al mismo tiempo como abecedarios. Los salmos eran a<br />

tal punto i<strong>de</strong>ntificados con los textos <strong>de</strong> lectura que, en latín, el excelente<br />

lector era llamado psalteratus, y en francés el acto <strong>de</strong> pronunciar distintamente<br />

con el balanceo <strong>de</strong>l cuerpo se expresaba con el verbo psalmodier.<br />

En el conjunto <strong>de</strong> <strong>las</strong> escue<strong>las</strong>, el aprendizaje <strong>de</strong> la lectura se iniciaba por<br />

el latín. Lo que era natural: el latín era la lengua eclesiástica, <strong>de</strong> la liturgia,<br />

<strong>de</strong> los salmos, <strong>de</strong> la misa, <strong>de</strong> <strong>las</strong> letanías, <strong>de</strong> <strong>las</strong> oraciones. Incluso los castigos<br />

aplicados estaban cargados <strong>de</strong> inspiración y motivaciones religiosas,<br />

y <strong>las</strong> más bel<strong>las</strong> recompensas distribuidas eran “<strong>de</strong> piedad”.<br />

Todo ese tipo <strong>de</strong> educación suponía, evi<strong>de</strong>ntemente, una <strong>de</strong>terminada<br />

concepción <strong>de</strong>l maestro <strong>de</strong> escuela. Él, en efecto, era el “pedagogo <strong>de</strong> la<br />

vida cristiana”, en expresión <strong>de</strong> Demia. La fuente <strong>de</strong> su responsabilidad<br />

era igualmente religiosa: estaba invitado a realizar con esmero su ministerio<br />

<strong>de</strong> pedagogo cristiano porque daría cuentas a Dios <strong>de</strong> la forma <strong>de</strong> <strong>de</strong>sempeñarlo.<br />

Tal educación <strong>de</strong>terminaba los criterios <strong>de</strong> selección <strong>de</strong> los maestros y <strong>de</strong><br />

control <strong>de</strong> sus vidas. Para seleccionarlos, el criterio siempre era más la piedad<br />

y la rectitud <strong>de</strong> costumbres que la capacidad intelectual y pedagógica<br />

para suministrar la instrucción profana. Y su comportamiento era estrictamente<br />

controlado por el párroco, o el chantre (aquel que cuida <strong>de</strong> <strong>las</strong><br />

“pequeñas escue<strong>las</strong>”), o el superior <strong>de</strong> un instituto o congregación religiosa.<br />

En síntesis, la educación no tenía todavía base <strong>de</strong> experimentación científica;<br />

seguía siendo esencialmente una tarea <strong>de</strong>pendiente <strong>de</strong> la religión. Lo<br />

que era válido incluso para los mayores pedagogos <strong>de</strong>l siglo. Obras pedagógicas<br />

como la Didáctica Magna, <strong>de</strong> Comenius, “pese a sus análisis siste-

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