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bloch-principio-esperanza-III

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49. PARADIGMAS DE LA TRASPOSICIÓN DE FRONTERAS: FAUSTOUlises no murió en haca; viajó al mundo inhabitado«¡Oh, tormenta, propágate más y más,y toma sobre tus alas vigorosasa la estrella más alta, al gusano más bajo,y condúcenos a todos por fin a casa!»(Lenau, Fausto)Es más que justo que el hambriento anhele la comida. El que tienefrío quiere estar al lado de la estufa; el extraviado, en su casa; el viajeropiensa con alegría en su mujer y en su hijo. Pero cuando el padrede familia que vaga por el mundo se llama Ulises o algo semejante, elretorno no es algo tan claro ni todo se ha solucionado con el lechopropio. El extraviado no desempeñaba sólo un papel pasivo, sino queera también el viajero que había visto muchos hombres, ciudades ypaíses, y entre ellos también a Calipso y a Nausícaa. Interpretacionespueriles han visto, desde luego, la moraleja de esta historia en elhecho de que un buen padre de familia tiende siempre, pese a todoslos peligros, al retorno a los suyos. Pero Daumier ha dibujado a esteUlises con el gorro de dormir, junto a la esposa nariguda, el casco yla espada colgados como un adorno en la pared: et habet bonam pacem,qui sedet post fornacem*. El retorno al hogar es, sin duda, unacategoría importante, pero tanto mayores son sus peligros y perversiones,iguales a los de la tranquilidad. Si Itaca no fuera un símbolosería un problema, y una vez dada satisfacción al derecho de la casa,Homero deja caer el telón ante ella. Pero la leyenda no cesa, sinoque, como una especie de motivo del barco fantasma, sigue laborandosobre Ulises, sobre un Ulises ulterior, desenfrenado, desconocido.Según esta leyenda, Ulises no retorna siquiera seguro a Itaca, sinoque sigue el viaje hacia lo inconmensurable, haciendo de su destinoanterior el rasgo fundamental de su carácter. Este giro sorprendentese nos muestra en la Divina Comedia (Infierno, XXVI, vv. 79-142);el personaje, paciente de mala gana, llega así a una audacia cualquiercosa menos involuntaria, convirtiéndose incluso en un Fausto de losmares. Virgilio pregunta a Ulises envuelto en llamas por el final de suvida terrena, y Ulises le responde que, después de haberse alejado deCirce, no había encontrado sosiego alguno; ni el cariño por el hijo,ni el afecto hacia el anciano padre, ni el amor por Penélope habíanpodido con él:* Que tenga una paz venturosa el que se siente junto a esta chimenea.u.s

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