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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOmás alta importancia, porque en ella el ritmo y la armonía se hundenplenamente en las profundidades del alma, abarcándola con todafuerza, llevando ya consigo la forma bella y comunicando al alma labelleza, siempre que ha sido objeto de la educación adecuada». LosPadres de la Iglesia se incorporaron este ethos riguroso de la música,cambiando su orientación del objetivo de una polis disciplinada al deuna civitas Dei de salvación. La música se tuvo aquí siempre comoalgo peligroso, y, por tanto, necesitado de vigilancia; había «cantosdel demonio» (que se describen como si resonara una bacanal de Tannhauser),así como hay «música verdadera», a saber, música salvadora,purificadora, praeludium vitae aeternae, como ensalza Agustín. Laimagen de David salvando a Saúl del desvarío por el tañir del arparecorre toda la ética musical patrística y medieval; la «música verdadera»debe establecer la relación con la salvación del mundo en unaimitación, en un seguimiento de Cristo. El Pseudo Justino establecelas siguientes líneas directrices para la música moral y salmódica:El cántico despierta un anhelo ardiente unido a sensaciones agradables;apacigua los malos afectos despertados por la carne; destierralos malos pensamientos influidos por enemigos invisibles; riega el alma,a fin de que los bienes divinos produzcan ricos frutos; adiestra a lospaladines de la piedad en su resistencia en medio de los peligros; seconvierte para los buenos en medicina en las tribulaciones de la vidaterrena.El objetivo supremo de los salmos era la compunctio cordis, esdecir, el arrepentimiento contrito del pecador, pero también la conformidadcon la música angélica; y así parecía como si la «verdaderamúsica» implantara altas zonas del anhelo en la turbulencia. Y así lareferencia tonal lleva con el giro y el efecto ético directamente a fundamentoshumanos; el autorretrato se presenta como algo que arrebataal reino esencial, como algo que arrastra nuestra esencia. Y nohay ningún músico que nos haya mostrado esto mejor que Beethoven,cuya música se halla penetrada de pasión moral, es decir, de aquellavoluntad que lleva a uno a la claridad, no a una vida perpleja. De ahílas expresiones de Beethoven: «Son pocos los que entienden qué tronode la pasión es cada frase musical, y pocos los que saben que lapasión misma es el trono de la música». O bien:Pocos son los que llegan a ello, porque así como hay miles que se desposanpor el amor sin que el amor se revele ni una sola vez en estosmiles, así son miles los que se esfuerzan en un contacto con la mú-IS6

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