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bloch-principio-esperanza-III

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55. KARL MARX Y EL SENTIMIENTO DE HUMANIDADvacío. No olvidando que es parte de la ayuda liberadora el que seatambién capaz de sonreír.«Derrocar todas las relaciones en las que el hombre es un serhumillado, esclavizado, abandonado, despreciable»¿Qué es lo que ha llevado a la bandera roja a tantos que, por así decirlo,no tenían necesidad de ello? Quizá el sentimiento que, siempreque existe, se crispa ante la miseria de tantos. Quizá la concienciaque, por causa de esta miseria, golpea en algunos miembros serenosde la clase dominante, mientras que los partícipes activos del negociosaborean el provecho sin que la conciencia les perturbe para nada.Quizá el afán de saber ha contribuido a que el cuchillo del análisiscientífico haya cortado la rama sobre la que, hasta entonces, se hallabansentados un o una adolescente de acomodada procedencia y buenporvenir. Desde luego, a esta especie de conocimiento difícümente sellega sin un interés ético anterior por adquirirlo. Y de lo así conocido,si sólo se ha llegado a ello de modo contemplativo y subsiste con estecarácter, no se extraen, desde luego, conclusiones activas, revolucionarias.Sombart, por ejemplo, decía una vez que cuando se le dirigíala pregunta de si era socialista, se veía en un gran apuro para contestarla.Porque la pregunta, añadía, reviste un doble sentido, segiin serefiera a lo deseable subjetivamente o a lo inevitable objetivamenteen el socialismo. En el segundo aspecto, y por razón de su conviccióncientífica, era, decía Sombart, desgraciadamente socialista, mientrasque bajo el primer aspecto, y si se le preguntaba por su actitud, teníaque responder que, por su pertenencia a la burguesía, era en absolutoanti-rojo: quod erat demonstrandum y probado por Sombart mismo.De otro lado, el ya mencionado sentimiento, unido incluso a la concienciay a la actitud, no basta en todos los casos para traicionar a laclase de los honorables. Marx mismo combatió en una carta circularuna cierta guerra contra la miseria, cuyos orígenes se encuentran enel mero corazón, es decir, en último término, como si se tratara deuna guerra conducida desde lo alto por un benefactor. Y en el mismosentido combatió también el motivo provocador de la guerra en estepunto, o, lo que es lo mismo, el «rocío sentimental cargado de amor»que él encontraba, no sólo en los «socialistas alemanes», sino tambiénen muchos pasajes de Feuerbach, que éste había querido impregnarde sentido humanista. Y así fue como Feuerbach mismo permaneciósiempre alejado del movimiento socialista e incluso de la Revoluciónde 1848, aunque después, en sus últimos años, se uniera al partido de487

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