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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOelusivamente los grandes momentos del sentido fenomenológicamentepresente y del todo, del «todo se arreglará». Aquí hay que mencionarsiempre las vivencias de Andrei Bolkonski, gravemente herido enel campo de batalla de Austerlitz; e incluso también la vivencia unitariade Karenina y Vronski en el lecho de muerte de Ana, aun cuandose trata de una vivencia del exterior, del mero deseo de poder morirasí. Anteriormente, al tratar de la relación de la muerte con la oscuridaddel momento vivido, quedó dicho que la oscuridad y su núcleopodían tener, sin duda, de vecina a la muerte (como involutio), perono podían, en cambio, tener a la muerte (en tanto que caducidad)como destino. En tanto justamente que núcleo del existir, no ha entradotodavía en el proceso, y consecuentemente, no queda afectadopor la caducidad del proceso, sino que tiene frente a la muerte y entorno a sí el círculo protector de lo todavía-no-vivo. Si el núcleo mismo,sin embargo, se hubiera insertado en el proceso, la auto-objetivación,y finalmente, auto-intensificación y auto-realización del núcleono lo serían del proceso ya: con este momento destacado, elreino de Cronos devorador llegaría a su término. En ningún punto eldeseo de llegar al ser-propio, inmune a los avatares del tiempo, aparecemás apasionado que frente a su contrario más duro empíricamente,frente a la muerte, y en ningún punto también, desde luego,ha producido movimientos adversos tan trascendentes, tales entrelazamientosde la utopía con la religión. ¿Puede la utopía arribar a lareligión? ¿Aparecer lo designado como Dios, como vida suprema,como objeto del deseo supremo? Desde luego, mientras se laboró yse ha venido laborando con utopías abstractas, incluso míticas, lascuales viven del cielo. Las grandes religiones de la humanidad hansido, a menudo, el consuelo espurio para la voluntad de un mundomejor, y durante mucho tiempo, su espacio más engalanado e inclusosu edificio entero. En la utopía no abstracta, sino concreta-mediada,desaparece la trascendencia, como ya se ha visto al tratar de la imagende la muerte: lo que en ella encontramos es una reflexión sobrela liberación del hombre y de su nuevo espacio existencial, y nadamás fuera de ello. En lugar de la mirada hacia lo alto, surge aquí unamirada que penetra en el origen, que se dirige hacia adelante en elproceso y en la identificación de los hombres como el origen para unfinal fehz. La muerte es aquí parte de este proceso, pero no de losindividuos de los que este proceso parte y a cuya identificación estádirigido. El núcleo del existir, en tanto que todavía no llegado a ser,es siempre extraterritorial respecto al devenir y al acabamiento, ningunode los cuales afectan a nuestro núcleo. Y en segundo lugar: el290

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