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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAeso, Diodoro— a la habitación de los muertos que a la de los vivos,porque los egipcios consideran sólo las tumbas como la verdadera yduradera residencia para todos los tiempos». La aspiración no consistetan sólo, por tanto, en prolongar en una eternidad la existenciaterrena, sino que la existencia eterna aparece ella misma, y de modofundamental, como vida en la muerte. El curso de la vida aparecía asícomo ma4uración sin decrescendo, más bien como algo que adquierepeso y dignidad; porque el niño muere superficialmente y sin penetraren nada, mientras que el anciano se sumerge profundamente,encuentra vida en la muerte, instruido como lo está, por la edad, enla conciencia de la muerte. En Egipto se llegó así a una cultura de lamuerte sumergiéndose profundamente en ella, muy por debajo delnivel superficial de la vida y del Sol, descendiendo hasta completaraquello en que el hombre es imperfecto aquí, hundiéndose hasta elcadáver viviente y hasta la profundidad de la edad, que es la profundidaddel reino de los muertos. Con el ka se extiende una rigidez utopizadaen la vida, de la misma manera que la vida debe extenderse enuna forma carente de situación. El ka que se reúne con Osiris era yaen la tierra el hombre cincelado, el hombre de la serenidad, gravedady hermetismo, tal como se halla en la base de toda la plástica hieráticaegipcia. Como momia apergaminada, recosida para la eternidad,el hombre alcanza su primera forma externa, y su verdadera formacomo rigidez geométrica en la piedra. El llegar a ser como la piedraes, según vemos, el ámbito desiderativo del arte egipcio, y precisamenteeste «cristal de la muerte de una perfección presentida»***" estáguiado por el querer llegar a ser igual que el muerto mismo, es decir,posee una forma teleológica inorgánica. No sólo las construccionesfunerarias en sentido propio, las pirámides y las mastabas son, segúnla expresión de Hegel, un cristal en el que mora un muerto, sino quetambién la plástica hierática piensa el ka como cristalino, en un bloqtieunitario y ajeno a todo movimiento, concordante sin más con lapiedra. Con todo ello se halla muy conforme el sentido histórico, lainetnoria, la tradición, la excepcional fidelidad a la costumbre: Egiptoes en su conjunto el ámbito desiderativo de un espacio sin tiempo,de una geometría sagrada.Viajara donde viajara el muerto, este ámbito era amable, aunque,por así decir, rígidamente animado. Lo cual no quiere decir, de ningunamanera, que carezca de luz o que, aislado y mero mundo inferior,esté de espaldas al Sol. Ello contradiría tanto la visible serenidadS(.. Vi-.iM- vol. 2, p. IOS.22.S

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