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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAHay además incluso una huida hacia adelante que aparece comovalor. La juventud lo tiene cuando para escapar de una vida insustancialse apunta para la guerra, cuando el morir se convierte en undesenlace arrebatador; especialmente en aquellos países en los quela clase dominante no puede ofrecer otra perspectiva que la de lamuerte en el campo de batalla. «Mañana se camina hacia la muerte»era, en este sentido, una de las canciones nazis, y quienes la cantabaneran soldados que no sólo querían vencer, sino morir. En estossentimientos ahenta, sin duda, un impulso hacia la muerte, un imdoy creído una nueva vida tras de ella. Es por eso inverosímil queel miedo a la muerte de la criatura haya podido ser eliminado en laépoca tardoburguesa simplemente apartando la mirada de ella. La superficialidadno es de por sí una liberación, y la represión sólo no dala sensación del triunfo. Es verosímil que las generaciones actuales,que viven sin el miedo de la muerte, tomen elementos prestados decreencias del pasado, y también que vivan de cheques sin fondo. Hoyes tan Corriente el tipo equívoco de préstamo, que, precisamente entrelos espíritus libres de hoy, de tan diversos matices todavía, no sonya necesarios espíritus fuertes, como ocurría en el siglo XV<strong>III</strong>. La escuetaprofesión de fe en la nada difícilmente bastaría para mantenerla cabeza alta y actuar como si no hubiera ningún final. Signos muyclaros indican, más bien, que en el subconsciente perduran y funcionancomo soporte imágenes desiderativas de tiempos anteriores muysaturadas. Gracias al resto que queda de estas imágenes el sedicentehombre moderno no se percata del abismo que le rodea incesantemente,y que un día ha de terminar con él inexorablemente. Por virtudde estas imágenes salva sin darse cuenta su sentimiento del yo, ypor virtud de ellas surge la impresión de que el hombre no se acaba,que lo que ocurre es que, un buen día, el mundo tiene el capricho deno aparecérsele más. En tanto que está en situación de ahuyentar elmiedo de épocas anteriores, es probable, por tanto, que este corajesuperficial viva al fiado y del crédito ajeno. Vive de <strong>esperanza</strong>s anterioresy del sostén que éstas ofrecieron un día. Y vive, lo que aquíes de importancia decisiva, muy a menudo, de una fe caducada que,caso de haberse evaporado alguna vez totalmente, hubiera dado riendasuelta a un pánico aún más desamparado. Sólo así, ambiguamentey a medias, traspone en el sentimiento su última hora el que vive dedía en día: trabaja y no desesperes.Cuatro signos de una fe prestada

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