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bloch-principio-esperanza-III

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53. CRECIENTE INTERVENCIÓN HUMANA EN EL MISTERIO RELIGIOSOtodo lo demás conexo con ello. La oposición muestra, a la vez, hastaqué punto el espacio abierto que representa el mesianismo modificael Dios creído, también en relación con lo impuesto por él. Porque loimpuesto por Dios o destino no se comporta tiránicamente respectoal hombre, como en la moira o también en el mito astral, sino queel destino puede muy bien ser cambiado, dependiendo, como enseñaIsaías, de la moral humana y de su decisión. Ésta es la oposiciónactiva respecto del vidente griego, y respecto, sobre todo, de la vi-.sión simplemente pasiva y desesperada de Casandra: en la Biblia eldestino se halla en la balanza y el peso definitivamente decisivo es elhombre mismo. Es verdad que no en todos los profetas, ni siempreen el mismo Isaías, es tenido el destino como algo moralmente modificable;a veces, el infortunio que se aproxima es definitivo, como sipendiera ya del cielo con cadenas férreas, y entonces la expiación notiene más significado que el de la disposición anonadada a aceptar lapena. Pero el destino inexorable, que era la regla entre los griegos, essólo la excepción en la Biblia; precisamente el primer paso, el pasohacia la conversión moral, hace cambiar la fatalidad. Y así léase, porejemplo, uno de los pasajes bíblicos más instructivos a este respecto:a saber, el asombro del profeta Jonás, porque no ha comprendidosu diferencia con Casandra. Porque Jonás había sido enviado, enefecto, para anunciar la ruina de Nínive en el plazo de cuarenta días;pero cuando la catástrofe no tuvo lugar, porque la ciudad había hechopenitencia, Jonás se sintió erróneamente muy afectado (Jonás, 4, 1),como si hubiera mentido ante las gentes de Nínive, cuando lo queItabía pasado era que la conversión del pueblo había sido seguida inmediatamentepor el cambio de Yahvé (Jeremías 18, 7 s.; 26, 3 y 19):el destino mismo, como vemos, oscila aquí. El destino no constituye,por tanto, un imperativo categórico, sino un imperativo hipotéticoen todas sus partes, y la condición de que depende está situada en undoble frente. De un lado, en la libertad humana, cuya fuerza aparececlaramente como oposición al destino en el pasaje de Jonás. De otrolatió, sin embargo, esta libertad se arroja al espacio abierto que correspondea la fe en un Dios temporal, en un Dios que se mueve en ladirección: «Yo seré el que seré». El destino no presenta así, ni muchomenos, el aspecto estático de la moira; lo nuevo es mala morada paralo ineludible. No hay duda, es verdad, que los profetas creyeron ensu Yahvé como un ser activo que desencadena las guerras, derrumbalos imperios, envía plagas y libera de las plagas, y aparece a menuda)como un trozo de destino. Ninguna religión, ni siquiera una contnnta intervención en el más allá anterior, podía llevar al dintel desde40.S

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