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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAAsí puede leerse en el libro Zóhar de la Cabala, en el que se superacon mucho la dicha sedicentemente tosca y material del paraísomahometano. Según la concepción árabe, la materia es increada, y,por tanto, imperecedera, y Alá es también increado, es decir, imperecedero,llenando ambos en esta condición suya el paraíso. Junto a ellonos encontramos, desde luego, con teorías del alma, inmortalidadessin resurrección de la carne, como, por ejemplo, en Avicena, mientrasque Averroes rechazaba la perduración del alma individual, reservandola inmortalidad sólo para el intelecto general y común a todos loshombres. Pero estas teorías, medio materialismos medio espirituahzaciones,no penetran en la iglesia mahometana, ni menos aún en lafe popular; precisamente por su rechazo del paraíso corporal, estasteorías podían ser denigradas. Sus escritos fueron destruidos, y sus doctrinasfueron consideradas como productos del Sheitan, es decir, deldestructor y aniquilador mismo. Alá es aquel que nunca duerme, yes así también como gozan los suyos, aquellos a los que ha escogidopara la conciencia de una dicha incontaminada y presente. Estas imágenesde fehcidad del más allá conservan su resonancia singularmentesensible-suprasensible, tal y como corresponde a la robusta naturalezade su fundador; pese a toda trascendencia, poseen incluso agua de lavida más que suficiente en aquella representación desiderativa mezclade iniciación amorosa y eterna primavera del amor que resuena en elDiván de Goethe. «El de aquí envía agua desde el cielo en la medidanecesaria para despertar los campos asolados, y de igual manera osalzaréis también vosotros de las tumbas» (Corán, sura 43): todo seconvertirá en oasis, incluso los huesos del cadáver, y el desierto secoy ardiente, también inimaginablemente intensificado, irá al infierno.El paraíso terrenal y el espiritual coinciden en esta clase de más allá;de los valientes y justos se ha eliminado tras la muerte la debilidad dela carne, mientras se introduce la fortaleza del espíritu en un Sabbatde jardines y mujeres.La pura quietud busca además liberación del cielo,imagen desiderativa del nirvana¿Qué ocurre, sin embargo, cuando se teme más la vida que la muerte?¿Cuándo la muerte misma aparece sólo como una parte de la vidainquieta y no amada? Aquí es evidente que, tras la muerte, la inquietaexistencia prosigue, bien como renacinúento, bien como resurrección.IVro esta periluraci

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