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bloch-principio-esperanza-III

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53. CRECIENTE INTERVENCIÓN HUMANA EN EL MISTERIO RELIGIOSOel Mesías, sino por haber muerto en la cruz: de tal suerte dialectizaPablo, que no conoció a Jesús, el terror blanco. De acuerdo con ello,también Yahvé quiso el Gólgota, no siendo igual a Satanás, pero sí aun acreedor, aunque tan espeluznantemente cariñoso como no ha habidoninguno: Yahvé entrega a su hijo para saldar una deuda que —segúnel Derecho de obligaciones del cielo— no le era cancelable deninguna otra manera. Pero el Jesús real, sin embargo, murió como unrebelde y un mártir, no como un pagador, y la fidelidad a los suyoshasta la muerte no fue nunca la voluntad de esta muerte. Jesús esperaque se aparte el cáliz de él, y de sus palabras anteriores a la nochetremenda de Getsemaní, sólo algunas e interpoladas aluden a la cruzy a la muerte, y menos aún al bautismo en la muerte de Cristo. Jesúsprofetiza a los discípulos: «Hay algunos entre los presentes que nogustarán de la muerte antes de haber visto al Hijo del Hombre veniren su reino» (Mateo 16, 28); ¡cuánto más seguro ascendería vivo elI lijo del Hombre, lo mismo que Henoc y Elias! Tanto subjetiva comoobjetivamente, la muerte en la cruz procede de fuera, no de dentrodel amor cristiano; es la recompensa para el rebelde del amor y estambién su catástrofe. Es la catástrofe para Jesús, que no predicabaiin más allá para los muertos, sino un nuevo cielo, una nueva tierrapara los vivos. Quien muere en la cruz es un rebelde contra la costiniibrey el poder de los señores, un sedicioso y destructor de todoslos lazos de familia (Mateo 10, 34-37; 12, 48); un tribuno de la últimapartida de Egipto, de una partida protegida apocalípticamente.Esto es amor cristiano, un amor casi micrológico que reúne a los suyosen su retiro, en su incógnita ante el mundo, en su desacuerdo conrl mundo: y hacia el reino, allí donde sí concuerdan. Las partículas y«•millas de los nuevos tiempos contradicen los viejos tiempos de Herodesy de Roma, contradicen el poder de toda la creación dada. Esilci ir, que la rebelión era todavía más terrible que lo que en su díapcitsaron tanto judíos como romanos. Lo que Jesús se proponía enlílinno término no era la restauración de la magnificencia de David,<strong>III</strong> siipiiera una revolución nacional en el estrecho escenario a su disposiiion. Lo que sí estaba por venir era el derrumbamiento del mundoentero, tal y como se contenía en la predicación mandea de Juanh.iiiiista (Mateo 3, 2-12), que era quien llamó a Jesús. Jesús respondeA\ ll.iinamiento, las palabras mejor atestiguadas de Jesús son escatolóítiiiis,Jesús habló realmente tal y como nos lo relata Marcos, 13, yliiibló lie la ruina de Jerusalén, del Templo, del mundo del viejo eón.^1 jesús se hubiera declarado sólo Mesías o Hijo de Dios en el sentidoIcioiial, es decir, en sentido restaurador, es .seguro que hubieraiH3

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