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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOcontiene un elemento de profundidad perfectamente entendido porDonna Anna, un elemento que no puede ser anulado totalmente enúltimo término, ni siquiera por el maestoso del Comendador comoun símbolo de lo llegado a ser y de su ley. Una fuerza de la naturalezatodavía en penumbra se alza aquí contra una historia medianamenteiluminada; la convención social ha aislado el eros, lo ha partido en elmejor de los casos, pero no se lo ha incorporado ni lo ha hecho saltaren pedazos. Y por eso se nos ofrece bajo el aspecto subversivo: DonGiovanni mismo, no sólo el Comendador, nos muestra así un menetekel.El Comendador pronuncia su admonición desde el cielo de laley moral y la hace realidad. Don Giovanni, sin embargo, pronunciala admonición desde un abismo desde el cual acosa, y no sólo acosa,sino que hace aparecer por una explosión demoníaca: es el abismodel Dioniso antiguo.Ahora bien, ¿pueden utilizarse para esta especie de desasosiegopalabras claramente valorativas, emotivas? Esta es la cuestión, sobretodo si se considera la época en la que el caballero aparece como lavida misma. La figura de Don Giovanni, o más bien la visión de ella,ha experimentado muchos cambios, como también la de Eausto, sibien cambios no tan fundamentales como esta última. La leyenda deDon Juan tiene sus orígenes en el siglo xiv, probablemente en Sevilla,en torno a la figura histórica de un caballero y seductor desenfrenado.El motivo del Convidado de piedra es más antiguo, y procedeposiblemente del temor a los dioses paganos que, desenterrados detiempo en tiempo, eran tenidos sólo como aparentemente muertoso aparentemente marmóreos. El Convidado de piedra, transformadoen la estatua de alguien bueno, se incorpora, sin embargo, desde un<strong>principio</strong> a la acción, dando ocasión para que el libertino muestresu valor despiadado. La primera expresión dramática del motivo. Elburlador de Sevilla (1630), de Tirso de Molina, agudiza la contraposiciónmedieval de carne y espíritu, convirtiéndola en un típicocontraste barroco: de un lado, el más voluptuoso goce de la vida; deotro, el tribunal, la condena, las fauces del averno. Don Juan, es verdad,aparece, independientemente de su sensualidad, como burlador;pero al final, vanamente arrepentido, pide un confesor. Y, sin embargo,sigue siendo un grandioso trozo de naturaleza; su placer comoburlador procede él mismo de su energía, no de su entendimiento,y tiene sin duda como real el otro mundo con el cual se parangona.Otra apariencia reviste el caballero en la versión algo posterior deMoliere: Don ]uan ou le Festin de Fierre (1645). El protagonista nossigue siendo antipático; la obra contiene una amarga sátira burguesa.

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