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bloch-principio-esperanza-III

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49. PARADIGMAS DE LA TRASPOSICIÓN DE FRONTERAS: FAUSTOmás aún, como si lo fueran. Entre ellas se encuentran pobres diablosy grandes señores, pero todos trasponen las fronteras que les estabanasignadas, se extienden más allá como el fuego. De manera necia, ode la manera común a todos nosotros, ponen en práctica el cometidoque les es propio y que ellas, a su vez, se han propuesto. El arbolitoque quería tener otras hojas es un ejemplar muy frecuente entre loshombres, pero son muy pocos los que se mantienen en la vida contal insatisfacción. Una cosa así sólo aparece, la mayoría de las veces,como algo imaginado, pintado en la pared bajo una luz coloreada. Detal manera, sin embargo, que, en una trasposición audaz, este algo seescapa fácilmente de las páginas del libro y se acerca al lector, siempresin un final dulce. Aquí tienen su sitio los incitadores del «apurarla vida», del «vivir hasta el final», incitadores en el sentido de la meraseducción, pero, sobre todo, de la partida, del «pese a todo» frentea la razón de lo acostumbrado, de lo que sólo condiciona comoacostumbrado. Figuras de esta especie se ponen en camino, permanecenfieles a la inquietud, mientras no han encontrado lo que puedecalmar esta inquietud. Y precisamente porque esto último no se daexactamente, estos hombres indómitos no emprenden el retorno.Tañer el laúd y vaciar los vasosLo que aquí se presenta es el momento en el que se decide la acción.Con un alejamiento pintoresco del pequeño burgués, un alejamientoque puede ir de lo meramente gitanesco hasta la propia, demasiadopropia, fisonomía. La vaga palabra «vida» podría constituir aquí eltópico, e iba a constituirlo a finales del siglo. Una cisura surgió entrela casa de los padres y los hijos o hijas interesantes. El Jugendstilcaracteriza el apogeo de estas imágenes artísticas humanas, avanzandode forma secesionista o distendida, unas veces entre anémonasbaratas, otras, entre caras orquídeas. Pero la exigencia de la propiafisonomía y de la vida adecuada a ella podía también ser muy pocoartesanal. Así, por ejemplo, la mirada y la mirada retrospectiva y negadoraque, en su novela Hans, el hombre feliz, pone Pontoppidanen su ingenioso protagonista, el que todo lo pierde y rara vez ganaalgo. Desplazado en un ambiente enmohecido, el adolescente se alzacomo librepensador:Y es verdad: nunca como en este momento había sentido tan claramenteque su lugar no estaba allí, en la habitación en penumbray agobiante donde su padre y sus hermanos estaban ahota sentados91

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