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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAheroica. El fuego superletal de la revolución social no tiene ya ningúnalimento en su producto, la sociedad sin clases, o no tiene, porlo menos, ya el mismo. Para indagar éste, es preciso primero que sehagan más claros los problemas finales del horizonte de nuestra existencia,o más bien, que estos problemas sean orientados, planteadose influenciados más claramente de lo que es posible en el seno de unconcepto de la naturaleza que sigue siendo mecánico. En una existenciasin clases, referida a la realidad, las veleidades secularizadas deuna ideología y teología caducadas no tienen ya significación ninguna.No obstante lo cual, no hay duda de que hay que liberar por doquierla fuerza del comunismo en la crítica de la apariencia fe sin mentira.Es decir, que hay que enfrentarse también con el nihilismo, en el cualla burguesía, frente a frente con la muerte, no produce ya ni siquieraimágenes desiderativas propias, para no hablar de una posible verdaden estas imágenes. El materialismo dialéctico, en cambio, no conoce,a diferencia del materialismo mecánico, ninguna barrera en su terrelúdad;y no conoce consiguientemente tampoco la nada convenidade antemano de un sedicente orden querido por la naturaleza. Deun orden que ha hecho suyo del orden querido por Dios anterior elconcepto del destino, de lo ineludible, trasponiéndolo a una esferainferior, a la esfera de una necesidad natural cerrada. El materialismodialéctico subraya, en cambio, la necesidad externa dominada,la cual, por razón de este dominio, queda en último término quebrantada;la humanización de la naturaleza es el fin último utópicode su praxis. Y a esta praxis pertenecen en el futuro de modo centralimágenes desiderativas realizadas del contenido de la muerte, imágenesdesiderativas, como bien se entiende, que son constitutivas en elsentido de que son mediables con la tendencia y latencia del procesoreal. Como consecuencia, las negaciones absolutas en este punto sontambién aquí, dentro del sociahsmo, tan perniciosas como lo es supolo opuesto, la fantasmagoría fija y dogmática. El estar inserto encl corazón de la clase obrera es memoria, pero la memoria históricatiene ella misma que estar inserta también, si no se quiere tener alfinal en suma sólo un nihilismo triunfante, en el que no hay más quemecanicismo total. Dicho con otras palabras: la «historia» tiene queser fundamentada de nuevo en la física de un totum todavía abierto,y esta cosmología, ya no dispar, se halla en la línea de prolongaciónde todos los problemas comunistas, y se echa de ver existencialmenteen la muerte. Aquí, como por doquier, la cosmología comunista es elcampo de problemas de una mediación dialéctica del hombre y su trabajocon el posible sujeto de la naturaleza. Algo así no es ya más que28,í

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