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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOespecie convierte necesariamente al sujeto en un extraño. Fromyouth upwards, confiesa Manfredo,myMy spirit walked not with the souls of men,Ñor look'd upon the earth with human eyes;The thirst oftheir ambition was not mine,The aim oftheir existence was not mine;My joys, my griefs, my passions and my powersMade me a stranger^'*.Y sólo un cielo cargado de tormenta acoge tal desesperación.Desde luego, cuanto más se alejan del claro adversario, tanto másnecesariamente se hacen ambiguos los tercos solitarios. No es que seconviertan, es verdad, en los libertinos bárbaramente elegantes delfin de siécle, que iban a preparar un fascismo de goces sutiles. Peroesta especie de trasposición de fronteras, siempre individual, podíaconvertirse sin más en algo asocial; hasta llegar al criminal que tienela desfachatez —y también el Stirner y el Nietzsche^^— de comportarsecomo si fuera un destructor. Insuperablemente están caracterizadasestas naturalezas en el Pechorin de Lermontov y después en elRaskolnikov y el Dolgoruki de Dostoievski; naturalezas en las quehay un reflejo byroniano unido con el culto de Napoleón. No obstantelo cual, la seducción por lo byroniano no cesa por ello, como nocesa tampoco el resplandor de una existencia radicalmente personal.Con su forma de economía individual, la sociedad burguesa creó, porprimera vez, el sentido por el ímpetu subjetivo aventurero y gigante;mientras que, a la vez, éste, medido con la realidad efectiva delburgués, le parecía «nada burgués». Y una tonalidad de Manfredo,gloomy [sombría] y splendid [espléndida] a la vez, resuena todavíaen la última figura de esta especie: en el músico Adrián Leverkühnde Thomas Mann. Es hora ya de volver la atención al original de latrasposición: Don Giovanni y, sobre todo, Fausto.Don Giovanni, las mujeres todas y el desposorioLa angustia de estar no permanece de ningún modo en sí. Porque¿quién aparece aquí como tonalidad, quién acosa y resplandece? Unhombre veloz, desleal, maneja el acero como ninguno, goza. Y goza34. Lord Byron, Manfred, prólogo y trad. de J. Cortés, Universidad de Almería,Almería, 2005, pp. 72-73: «Ni observó la tierra con ojos humanos; / La sed de ambiciónde los mortales no fue mía / Ni míos fueron los designios de su existencia; / Misgozos, mis aflicciones, mis pasiones y poderes / Me convirtieron en un extraño».35. Juego de palabras: Stirn, aquí «desfachatez».94

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