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bloch-principio-esperanza-III

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53. CRECIENTE INTERVENCIÓN HUMANA EN EL MISTERIO RELIGIOSOnada surge la utilidad de la casa. Por esta razón, el ser da posesión; elno-ser, utilidad (cap. 11).Este no-ser no es, desde luego, acósmico, ni es tampoco nirvana,de la misma manera que no lo era el sumergimiento a espaldas delmundo en la ausencia de intención; también el Tao como vacío, y asílo prueba la metáfora del cubo de la rueda, vive en el centro del mundo.Y su nij-ser no se halla en contradicción, no es ni siquiera disparcon respecto al ser, sino que designa, más bien, siempre lo insignificantedel verdadero ser, suave e insípido. El vacío del Tao es el vacíode lo no-singular, pero también así mismo el de lo no singularizado yde lo que retorna de la singularización. «Gran abundancia tiene queaparecer como vacía, haciéndose inagotable en su acción... Purezay silencio son la norma del mundo» (cap. 45). Como tal plenitud ysilencio el vacío del Tao gobierna en el mundo; vaciado de mundo,y, sin embargo, de nada lleno más que de mundo. La buena nuevasigue siendo cosmomorfa: «El hombre tiene la tierra como modelo, latierra tiene al cielo como modelo, el cielo tiene al Tao como modelo,y el Tao se tiene a sí mismo como modelo» (cap. 25); y es así comola armonía cósmica ofrece sostén. Aun cuando el Tao se encuentrasobre el cielo, no es algo trascendente, sino que vibra, más bien, através de todas las reproducciones de su modelo, en una incesantepartición, en un pulso que es en Lao Zi tanto el origen como la normade lo justo. Como tal ser del mundo y de la proximidad, el Tao esprecisamente también teológico-políticamente un dios, pero un diostan desprovisto de toda grandiosidad, que ya no lo es en el sentidocorriente del Señor: «Viste y alimenta a todas las criaturas, y no juegaal señor» (cap. 34). Sólo en un pasaje, por lo demás espurio, en elTao Te Ching (cap. 4), habla de un soberano supremo (Di), que puedeentenderse bien como dios del cielo o sólo como dios-emperador dela alta Antigüedad; sin embargo, en el mismo pasaje se presenta al soberanosupremo como condicionado por el Tao y éste como anteriora él. Un pulso del mundo no patético no exige ningún señor, y la naturalezamisma es en Lao Zi una cultura tan antigua que no necesitajugar al señor. Si fuera necesario, este Tao no permitiría que ningúnhombre se frustrase: representaría el mundo sin ningún extravío enél. Richard WÜhelm, que es, sin duda, quien más de cerca ha captadoel sentido del texto religioso chino, quiere traducir Tao con «ser-para-sí»"',es decir, con una expresión hegeliana, la cual, sin embargo,C:f. R. Wilhelm, lao-U'-kinn, Betk, München, 2005.345

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