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bloch-principio-esperanza-III

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51. FRANQUEAMIENTO Y MUNDO HUMANOconsonancias, y cuyos frutos son las dulces armonías''''. El símil delárbol universal es un símil antiquísimo oriental, probablemente másantiguo que el de las esferas de los planetas, pero pudo combinarsecon el incipiente estarcido gótico de la música. Cuando el mensuralistaMarchetto de Padua lo utiliza, hacia 1300, lo hace no sin relación conel arte de cantar en discantus varios tonos mensurados frente a uno,es decirj no sin relación con el incipiente contrapunto. Aun cuando lamúsica se convierte ella misma en una formación muy estructurada yen un árbol de múltiples ramas, ello no quiere decir que esta polifoníay su entrecruzamiento queden ajenos al orden astral: coros angélicosse dan también en el «continuo» polirrítmico y polifónico. Y ello pesea la forma musical totalmente nueva, y pese también al escepticismoque se anuncia en la baja Edad Media respecto a la armonía de las esferas.Una imitación intencionada musicae mundanae, como la mejor,se encuentra en los motetes de Felipe de Vitry, el ya citado contrapuntista.Aunque aparecida como Ars nova, es decir, como libre artefantástico burgués, las melodías discurren periódicamente y en estrictauniformidad, sin cambio del ritmo, una «imitación» consciente delcurso de los planetas. La obra se fundamentó en el contemporáneoy ya citado Speculum musicae de Jacobo de Lieja, todo un compendioen tonos de la imagen escalonada del universo. Se defiende y seordena así la música escolásticamente, la cual se extiende desde lasres transcendentales et divinae a través de los cuerpos celestes, de loshombres, de los animales, plantas y minerales, a través de toda la catedraldel universo. Y cuando se quebró el orden estamental reflejadoen el cielo, no cesaron, por eso, de resonar en el arte las armonías delas esferas. Ni las «teclas de dulce armonía», como Lorenzo explicamostrando las estrellas a la hija de Shylock, ni esas subhmes figurastonales del recuerdo: «El sol resuena según la vieja melodía / en elcanto de las esferas fraternas». Y la ciencia natural, que había secularizadola visión del mundo, se hallaba ella misma en sus comienzosprofundamente impregnada de pitagorismo. El mismo Kepler, unode los destructores de la vieja imagen del universo, creía firmementeen la música de las esferas, describiéndola incluso según el contrapuntode su época. La Lyra Apollinis vel Solis se ha convertido enKepler en orquesta barroca, en plena polifonía:Los movimientos celestes no son otra cosa que un acorde constante[...], todo ello en una frase, por así decirio, de seis voces —con los seis70. Cf. ihid., p. 17.5.I7.S

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