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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOLa muerte como cincel en la tragediaTampoco los poetas se han cansado de presentarnos una hermosa muerte;si no en ellos mismos, sí en personas escritas, en los héroes de susobras. Con nada ya en ella o tras de ella, la muerte puede siempredeprimir, pero a la distancia de la escena lo que hace es elevar. Sin quesea necesario que subsista la distancia: los personajes creados poéticamenteaparecen extrañamente reales cuando han sido captados y realizadoscon suficiente energía. Son reales en el estrato de la pre-aparienciaartística, pero con un ser llevado hasta sus últimas consecuencias,es decir, de acción intensificada en el espacio de esta pre-apariencia.Los soldados que figuran en un cuadro no son, sin duda, a la vez, losprotagonistas de los sucesos representados, como no lo son tampocolos actores. La vida de todo ello se encuentra sólo en el espectador,pero, sin embargo, los personajes mismos que los actores representanno coinciden, como es natural, ni con los actores ni menos aún con losespectadores, sino que son el histórico Marco yVntonio, César o Wallenstein,una vez más concentrados en una figura. O bien, si el personajees totalmente inventado, como el Rey Lear, su vida y su muerte senos presentan como si hubieran podido ser así, como si todo hubierasido llevado a su fin y fuera tan real en su ámbito como el César de lapoesía. Si aquí todo fuera ilusión, sería imposible que se dieran en lahistoria figuras trágicas que no son objeto de la poesía, y que aparecencomo historia poetizada o impulsada, esencialmente hecha. Napoleónes tenido por héroe trágico sin que se haya escrito una tragedia sobreél, y si hubiese sido representado con el rango de Shakespeare, nohubiera habido ninguna cisura entre realidad e ilusión, sino que SantaElena hubiera constituido con mayor perfección un último acto. Delmismo modo se comporta en figuras logradas poéticamente el rasgomás importante del ser humano, a saber, el rasgo moral. No sus espectadoresni tampoco el poeta, sino que las figuras mismas son el soportede la culpa y el castigo, y todavía más importante, de la liberaciónde ambos. Hasta aquí, por de pronto, sobre una vida y una muerteque pueden representar precisamente figuras trágicas, y ello sin ilusión.Esta constatación es importante para entender una de las aproximacionesmás rigurosas de la conciencia escéptica a la muerte. Porque sila inmortalidad trágica en la obra en tanto que consuelo utópico le esconcedida también a pocos, de la muerte trágica, en cambio, brota unaactitud accesible. La muerte trágica ha parecido siempre y parece algoaltivo que no aniquila, sino que confirma justamente la vida; porque lavida se confirma cuando lo esencial-erguido en el hombre se enfrenta a274

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