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bloch-principio-esperanza-III

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54. EL ÚLTIMO CONTENIDO DESIDERATIVO Y EL BIEN SUPREMOlun sentido del fin último. Este sentido —un sentido en la verdad y[realidad de lo llegado a ser hasta ahora, todavía no existente, no ga-[rantizado, pero tampoco fracasado— es exclusivamente sentido de unjfin último, si la materia del «qué», el contenido del núcleo dinamia-materialdel mundo que reduce todo a proceso, se convierte en con-[ tenido del todo que colma de deseos, no de la nada que los frustra.1 El todo que colma, en tanto que adecuación y, en consecuencia, logroIde la intención del «qué», de la tendencia fundamental, está implícito,jlin embargo, en su contenido más propio y singular, en la idea misma|del bien supremo, esa estrella polar de toda utopía, y sobre todo deutopía concreta, la que acontece sobre el mundo y el proceso del|niundo. De este modo, y desde esta perspectiva, el bien supremo senos muestra, no sólo como modelo de todos los modelos humanos,ino, a la vez, como el problema de un modelo en el proceso del munio,de un modelo activado en dirección al sentido. Las hipóstasis de'la mitología de las religiones concibieron este final último del mundobajo la forma que le es menos adecuada: como existencia cerrada enun cielo pensado como ens realissimum. También el príncipe Andreide Tolstoi mira de este modo las estrellas; pero, sin embargo, si retornade nuevo a la vida, a una vida poco cambiada, el ens perfectissimumallá en lo alto se le muestra, no como ilusión, pero sí como anticipación.El ens perfectissimum es siempre presentimiento y vivencia,no una realidad alcanzada. Lo pensado como el bien supremo no es«icmpre, en cambio, presentimiento y vivencia, es decir, no está siemkprclimitado a la subjetividad, pero, sin embargo, sólo sale de ésta enanto que su mística es entendida como acontecimiento a la altura delproceso del mundo, no como un acontecimiento dentro de un Olimpo,es decir, dentro de una eternidad conclusa desde un <strong>principio</strong>, onds bien, de una eternidad sin <strong>principio</strong> ni fin. El bien supremo, tallomo es pensado bajo Dios, se halla también por sí mismo en lo real|()-decidido o en la frontera. En su contenido, no definible ni por lajración, ni por la unidad, ni por el fin último, el bien supremo consptuyeél mismo un problema, y un problema objetivo-real, no un proitmareal sólo existente para el limitado espíritu humano: un projematodavía no solventado en sí, y que, como una configuración real' la pregunta absoluta, labora tanto en el núcleo como en la fronte-I del proceso del mundo. Las determinaciones fundamentales de dución,unidad, fin último dan así al modelo en proceso sólo su opo-Ición a lo pa.sajero, a la multiplicidad del caos, a la infructuosidad olihilismo, pero no le dan ninguna constatación del contenido positi-}, Lo que sí le dan, desde luego, es la constante invariabilidad de la4.S1

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