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bloch-principio-esperanza-III

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IMÁGENES DESIDERATIVAS DEL INSTANTE COLMADOla navegación costera ya conocida: «Es rerum concordia discors, unareproducción fiel y completa de la esencia del mundo, que rueda enuna inabarcable confusión de innumerables formas y se conserva mediantela perpetua destrucción de sí mismo»''^. No podía impedirse, sinembargo, que, aunque no abandonando sino raras veces el mito dela naturaleza o la naturaleza del mito, el placer de la fuente o la efervescenciaacentuada de la música romántica habían de llegar a otromundo burbujeante, y ello en medio del arcaísmo tonal de su naturaleza.Si se persigue musicalmente, la natura naturans o el sujeto dela naturaleza hacen perfectamente transparente la música descriptivaque se intenta hacer con ellos. No en el sentido de una salida o de lalibertad, que ésta no se da nunca en Wagner, ni siquiera en sus obrascristiano-teatrales —en éstas menos que en ninguna otra—, pero sí enel sentido de una permanente extravasación hacia lo utópico-arcaico,hacia significaciones inconclusas de una naturaleza míticamente encapsulada.Si se prescinde de Sachs y de Segismundo, el moribundorebelde, en esta obra de la naturaleza falta absolutamente la voluntaden sentido propio; es decir, la voluntad humana. «Ahogarse, hundirseinconscientemente, placer supremo»: pese a toda la utopía encerradaen ella, esta referencia a un mundo abismal es lo contrapuesto aBeethoven o al mundo de la voluntad viril. Allí, en cambio, donde lamúsica se encuentra referida al hombre como la quintaesencia de lanaturaleza, se convierte inevitablemente también en referencia a unanaturaleza agrietada, quebrantada, a una naturaleza susceptible de iluminacióncomo regnum hominis. Con lo que concuerda, desde luego,que, precisamente por su proximidad al sonido de la fuente, Wagnerno experimenta esta proximidad como quien se ahoga, sino, en pasajesmuy importantes, también como una especie de «supernaturalizador»en medio de la misma naturaleza. Es decir, como transparenciade una resonancia pecuhar, que sólo se halla aquí, lanzada a lo lejos alhorizonte y detrás de él; de la resonancia de una pastoral con menosvoluntad schopenhaueriana en ella que la del que da vueltas en buscade una patria. Así en el canto final de Brunilda, con el «más allá» desus gigantescos arcos giratorios que retornan al final. No obstantelo cual, también esta naturaleza es indeterminadamente arrebatadora,cuando en su resonancia no se oye así mismo la repercusión, no seoye nada de Beethoven, nada fielmente humano, surgiendo, en cambio,en dimensiones gigantescas, un espacio enorme de fluencia to-75. A. Schopenhauer, El mundo como voluntad y representación II, trad., introd.y notas de V. López de Santa María, Trotta, Madrid, •'-2005, p. 502.184

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