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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAel más allá. Era algo que redundaba en provecho de todos, ya que, enúltimo término, todos han de terminar reuniéndose con los muertos.El servicio al cadáver, el embellecimiento de su noche, era una invitacióna todos a protegerse contra la propia amenaza. El muerto ensí se había desplazado a la oscuridad fantasmal de la que todo mal ypoco bien proviene. El muerto se hallaba en la noche, en el país sinfuego ni luz, fuera de la choza circular y pidiendo el retorno. Todoslos ritos funerarios, incluido el culto a los muertos, están destinadosa poner una barrera al retorno. El cadáver es llevado fuera de la aldeacon los pies hacia adelante, a fin de que no encuentre el camino devuelta, o bien, como entre los bosquimanos, se le cortan las uñas,se le ata de pies y manos e incluso se le sacan los ojos. A veces, sequema también la choza del muerto; el lugar que le corresponde,allí donde, por así decir, le va bien, debe ser la tumba. En algunasregiones alemanas se enterró también durante mucho tiempo atadosa los vagabundos, a fin de que no retornaran. Si hasta ahora no sehan identificado enterramientos de la primera Edad de Piedra, tantomás numerosos los conocemos, encima y debajo de la superficie dela tierra, procedentes de la Edad de Piedra más reciente. Tan antiguaes la costumbre de poner al lado del cadáver en la tumba alimentosy bebidas; gracias a lo cual el muerto que exige el retorno, incluso elvampiro, se convierte en el muerto bondadoso, y también, como lovemos en muchas fábulas, en el muerto agradecido. Los alimentos yla bebida no estaban destinados, desde luego, a la tumba, como nolo estaban tampoco las mujeres y los esclavos que se hacía que acompañarana los muertos distinguidos, es decir, que eran sacrificados ensu tumba. Todos estos dones estaban pensados para ser consumidosy utilizados en otro lugar, a fin de que el alma del muerto no vaguedesconsiderada en torno a la tumba o a la aldea, y a fin de que latumba retenga verdaderamente al cadáver. Siempre que se rindieraal muerto el honor del enterramiento o de la cremación, su alma, esdecir, su último aliento, seguía viviendo serenamente en otro lugar.No ya como fantasma, sino como sombra, una sombra que proseguíaindependientemente la vida acostumbrada del cuerpo. En lospueblos cazadores el más allá es para todos igual, mientras que enlos pueblos agricultores y pastores ni siquiera la muerte hace a todosiguales: las diferencias entre ricos y pobres se prosiguen, sin que secompensen en lo más mínimo. En el más allá se reservan tambiénlos mejores sitios para las gentes de distinción y los malos y peorespara el pueblo común. En Tonga, sólo el jefe tiene acceso a la tierrabienaventurada de Bolotu, mientras que los inferiores siguen en la211

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