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bloch-principio-esperanza-III

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51. FRANQUEAMIENTO Y MUNDO HUMANOla luz o presentarse como consonantes. La segunda frase del Réquiemalemán dice: «Los redimidos del Señor retornarán y marcharán haciaSión; alegría, alegría, alegría, alegría eterna descenderá sobre suscabezas». Pero la música que acompaña la alegría eterna se trasponeen fortissimo a un sol menor, y por tanto, de ninguna manera, a unaconsonancia lúcidamente brillante. Y ello porque Brahms se comportacon la alegría aún más pesadamente que Kant con el pathos —ypor las mismas razones nada catóhcas—, porque aquí el cielo tieneen sí la sal que no le hace ni convencional ni necio. No se trata, enabsoluto, de alegrías insustanciales en el sentido en que Nietzsche noentendió a Brahms, ni tampoco de una «luz de octubre sobre todaslas alegrías», porque son demasiado ardientes para ésta en el seno deuna oscuridad equívoca. La dicha que se convierte en misterio aparece,desde luego, envuelta en una disonancia; más aún, es inclusoposible que la disonancia sea su expresión más vigorosa, más que latrisonancia del mundo conocido. La música nos muestra aquí quehay un vastago, no más, pero tampoco menos, que podría florecera la alegría eterna, y que subsiste en las tinieblas, más aún, que lasencadena en sí. Eüo no significa nada cierto frente a la no-utopíamás radical, pero sí una capacidad de negarla en su propio terreno.Con nada sin duda más que con tonalidades todavía apagadas, si bienéstas contienen la vida de un final, que no sería posible si, al final,nada fuera posible más que el acabamiento y la muerte. En el médiumtodavía-en-ningún-sitio de la tonafidad, que no se ha exteriorizadoen una visibilidad determinada ni puede exteriorizarse, se manifiestauna libertad de opresión, muerte y destino. Y es por ello justamentepor lo que toda música de la aniquilación apunta a un núcleo que,porque todavía no ha florecido, no puede tampoco perecer: apunta aun non omnis confundar. En la oscuridad de esta música arden apagadamentelos tesoros no consumidos por la herrumbre ni la polilla, esdecir, los tesoros permanentes en los que pueden aunarse la voluntady el objetivo, la <strong>esperanza</strong> y su contenido, la virtud y la dicha; aunadoscomo en un mundo sin frustración, como en un bien supremo: elréquiem circunda el paisaje misterioso del bien supremo.Marsellesa e instanteen FidelioHay una obra en la que la música, de una manera muy especial, invitay apunta. Es Fidelio, en el que se trata de hacer audible una apelacióna la que tienden todos los compases. Ya en el preludio entre Marcellincy Jaquino hay inqi\ietv\d, im latido que no sólo procede de fuera.201

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