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bloch-principio-esperanza-III

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52. EL YO Y LA LÁMPARA FUNERARIA O IMÁGENES DE ESPERANZAvemos, a menudo, en la publicidad. Pero precisamente esta formaosada muestra que tiene que copiarse el carácter espiritual de la obra,como podemos verlo en los siguientes ejemplos instructivos y grotescos:«El recuerdo del fallecido perdurará imperecederamente en losanales de la fábrica de esmeriles Naxos». O bien, según otro ejemplo:«Conocíamos el sueño del difunto de fundar en Checoslovaquiauna nueva industria de ferretería, darle rango y hacerla conocer en elmundo entero. Con esfuerzo sobrehumano se superó a sí mismo, ycada vez que conseguía un objetivo ya se había propuesto otro másalto. Este <strong>principio</strong> será la directriz para nuestro trabajo futuro, a finde llevar a su realización y a la perennidad los elevados pensamientosde Hynek Puc». Si bien en estos ejemplos y otros semejantes se afirmala perduración en la obra sólo para recomendar fábricas de esmeril ode material de ferretería, ello no sería, sin embargo, posible si éstasno hubieran sido revestidas con el sol de Homero. Sólo hermanosen Apolo ponen en el mundo —llegado el caso— una floración inmortalde descendientes. Sólo para ellos puede convertirse todavíala tumba en un pulpito desde el que se escuche su voz, e incluso conmayor intensidad que durante su vida. Sólo a ellos puede aplicarsela metáfora o la hipérbole de que, cuando sus tonos y versos resuenanal cabo de los siglos en millones de personas, tiene lugar, por asídecir, una transmutación de las almas de Beethoven o de Shakespeare.O bien, como ocurre en reahdad también con productos menosfamosos, que la obra escrita es una nave que navega por el océanodel tiempo uniendo unos con otros los siglos más lejanos. Sólo aquítermina lo grotesco de aquella especie de pervivencia con que losanales de las distintas fábricas de esmeril anuncian y consuelan a lavez. Verdadera duración y un sueño legítimo de ella tienen lugar, sibien para relativamente pocos sujetos, y también para esta minoría,sólo con la condición de que su vida, prensada como obra, no la vivanellos mismos ni la contemplen ante sí. Lo que quiere decir queuna docena o media docena de libros en los estantes puede representarefectivamente una inmortalidad objetiva, pero una inmortalidadque sólo tiene un sentido metafórico comparada con la inmortalidadpersonal de la vieja fe. Para los así favorecidos surge, es verdad, unaars longa ornada con el nombre de su vita brevis, e incluso antes dela partida. Y así podía hablar Heinrich Mann de los honores que demanera tan lisonjera alejan la edad provecta de la juventud, a travésde la cual se ascendió a aquélla como a un trono. De modo semejantecontemplaba ya Gottfried Keller a F. Th. Vischer, un septuagenario, ytambién a figuras de más rango, diciendo de ellas que todos ellos des-

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