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bloch-principio-esperanza-III

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53. CRECIENTE INTERVENCIÓN HUMANA EN EL MISTERIO RELIGIOSOafectos personificados, independizados, objetivados, pero afectos queestán unidos a los cuerpos naturales y son despertados o influenciadospor ellos""*.Hasta aquí, muy instructivamente, un Feuerbach finalmente orientadoal objeto: el sentido del objeto está aquí referido a la religión natural,y, en consecuencia, a objetos sensibles en ella, los cuales siguensiéndolo también después de haberlos despojado de su divinización.Si el sentido del objeto es referido, en cambio, a religiones humanistasque veneran su Dios en el más allá de la naturaleza, entonces noqueda ninguna clase de objetos propios, es decir, de objetos pertenecientesal más allá, y lo que resta justamente es el topos abierto delartte-nosotros, el novum en el que siguen discurriendo mediadas lasseries teleológicas humanas. En este topos se encuentran proyectadosmitos de la perfección, pero también pueden acontecer en él, siempreque no se halle cerrado, realizaciones de las tendencias hacia él,cuando no en él. El topos se halla sólo cerrado, cuando en él penetrala nada en el verdadero sentido de este concepto anti-concepto, esdecir, como nada de la doctrina definitiva, sin ninguna posible ebullicióny utopía real, sin correlato de <strong>esperanza</strong> en el vacío. Esta nadaauténtica y su infructuosidad se encuentra, sin duda, también latenteen el espacio vacío del ateísmo, como se encuentran el todo o la verificaciónpor el regnum humanum o por el reino; sólo que la nada sehalla tan poco decidida como el todo. La latencia de la nada se anunciaen el tiempo que los hombres todavía tienen como fracaso, comoaniquilamiento, como la esfera de acción de lo que se llama el mal.Kn el espacio que los hombres tienen todavía, la misma latencia dela nada se anuncia como disgregación, como multiplicidad sin regla,como caos amenazante. Pero en la indicada apertura del mundo seanuncia también la latencia del todo, aunque en este caso de tal manera,que la aniquilación puede convertirse todavía en aniquilaciónlie lo insuficiente mismo, y la multiplicidad también todavía en unaplenitud que se cualifica y experimenta. Y, sobre todo, el espacio-utopíapoblado antes por dioses se nos hace cognoscible, positivamentecogno.scible, en el topos del orden, el cual mantiene unidos los contenidosde <strong>esperanza</strong> llegados a ser antropológicamente y su libertad.Chorno ya se mostró al hablar de las utopías sociales'*', y como aquíw hace claro desde el punto de vista de la filosofía de la religión, esteIhH. 1,. Fciierbacli, Sámtiiche Wi-rkc, tit., vol. IX, pp. 221, .V? I.169. Véase vol. 2, p. 100.l421

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