SÉ - DSpace CEU

ar á sus cómplices, relacionados y testamentarios. ¿Qué le
parece á V. M.?
—¡Oh, sí, sí! lo que es esta vez... Sin embargo, siento así
un no sé qué.... una especie de desazón....
—¿Desazón, cuando el resto del pais obedece á V. M. con
el mismo entusiasmo que siempre? ¡Eh! venga un habano, Se­
ñor, que este tabaco mió es muy malo.
—¡Ah, bribón! ¿te has soplado ya el paquete que te regalé .
el otro dia? Eres un fumador sempiterno. Pero volviendo á lo
que decíamos, tú te haces ilusiones, Chamorro. Los pueblos, .
: es verdad, no se alzan contra mis soberanos derechos; pero
tampoco veo que se muestren inclinados á matarse por mí, co­
mo no hace mucho lo hacían. ¿No vés la calma con que están
mirando el paseo militar del rebelde?
—Es que se hacen el tonto, Señor. Ya verá Y. M. su•.«con­
ducta cuando Riego pierda mas gente. ¡Pero tate! correo es-
traordinario. ¿Qué traerá de bueno? ¡Oh, no falla! Si no es
Riego el que está en nuestro poder, de seguro es Quiroga.
—¡Ay Chamorro, y cómo estás diciendo dislates! Mira lo
que nos dice San Román.
—¡Canario! ¿Levantada la Coruña? Me lo estaba diciendo el
corazón. ¿Qué ha de suceder, si ese Freyre....
—¡Qué¡Freyre ni qué niño muerto! Esito vá mal, mal, muy
-Un polvo de mi caja, Señor. Es un rapé de lo mejorcito,
y ayuda á discurrir que es maravilla.
—En eíecto, y si no á discurrir, escita á estornudar por lo
menos. ¿Pero sabes lo que estoy pensando? Que para estornu­
do, el de Galicia. ¡Canario con la broma, y qué pesada se me
va ya haciendo, Chamorro!