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TIRIOS Y TROYANOS.
nulas comparadas con las del resto. ¿Qué se queria, pues? En
mi concepto, ampliar las bases de la Constitución en sentido
mas popular, es decir, quitando al monarca la prerogativa del
veto, y aun acaso la elección de ministros. Solo asi tiene algu­
na esplicacion el empeño de los insurgentes en seguir con las
armas en la mano aun ganadas las elecciones, á menos que di­
gamos con otros que la insurrección susodicha no tenia maldito
el objeto. Bien pudo suceder entre tanto que el movimiento
fuese en un principio dirijido á lanzar del poder á los hombres
que lo ocupaban, y aun á influir por su medio en el éxito de
las elecciones (1), y que luego se prolongase por efecto del te­
mor del castigo en los principales motores, ó por alguna otra
consideración de las que con tanta frecuencia hacen ir á los
hombres mas allá de lo que se proponen ellos mismos cuando
dan á sus empresas comienzo.
Fuese de esto lo que se fuese, lo indudable es que la insur­
rección presentaba un aspecto formidable, especialmente en Cá­
diz y en Sevilla, y que si no produjo á la postre las consecuen­
cias que eran de temer, ó no reveló claramente el secreto fin
que tenia, fué solo por no haber sido secundada en el resto de
las provincias con la decisión y energia con que algunas ciuda­
des lo hicieron. Habia comenzado la broma por un despique en
favor de Riego, y si no se atajaba cuanto antes, amenazaba tras­
tornarlo todo. Dueños del baluarte inespugnable que en la GUER-
ii v DE LA. INDEPENDENCIA habia sido el antemural en que se es-
(I) El proyecto de deshacerse el gobierno de las autoridades militares J
civiles de primera cuenta en las provincias, tenia á no dudar el mismo obje­
to de vencer en la contienda electoral. La instrucción reservada pasada á lo*
gefes políticos, encargándoles que las elecciones recayesen en los modera­
dos, prueba lo bien trazado del plan revelado primero por Copons, y d eS
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pues desbaratado del todo merced al movimiento que nos ocupa.