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Lérida la gran cruz de Carlos III, reparando la omisión cometida
por el ministerio Saez, que al dispensar igual condecoración
á los prelados de Tarragona, Pamplona, Urgel, Ceuta, Málaga,
Orihuela, Zaragoza y Solsona, y al dar la de Isabel la Católica
al que presidia á Valencia, habíase olvidado sin razón de estotro
que á ninguno cedia en méritos y servicios prestados á la causa
del despotismo. Y tras esto hizo revalidar las sentencias pronunciadas
por los jueces en la época del 20 al 23, y entendámoslo
bien: revalidarlas, si eran contrarías á la Constitución, no
si le habian sido favorables, ó se habia en su virtud v. gr. condenado
á los realistas. Y los títulos de abogados, escribanos,
boticarios y médicos le parecieron también muy mal, si los médicos
y los boticarios y los referidos enríales los-habian obtenido
en dicha época; y como estaba puesto en razón, mandóles
sacar otros nuevos. Y en sn afán de mirar atrás para siempre
hacer algo malo, vio que el plan de instrucción pública decretado
por los constitucionales necesitaba seria reforma, y para
acabar de anublar el harto encapotado horizonte déla ilustración
española, nombró una junta facultativa, compuesta de los hombres
mas fanáticos, con el cargo de formar otro plan y presentarlo
á su aprobación. Y luego vio que los mayorazgos debían
ser repuestos en el estado que tenían antes de la revolución, y
devolvió los bienes enajenados á los poseedores de vínculos, y á
los que los habian comprado no les restituyó su dinero. Y así comenzó
Calomarde, y tales fueron las primeras muestras que de
sn justicia y su gracia dio en los comienzos de su administración
el nuevo, el flamante, el sin par ministro de Gracia y
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Y para gracia sobre todas las gracias, la que tuvo en mayo
lugar con motivó de la amnistía otorgada á los liberales. Y fué