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yantaba á la hora que le prescribía, hacia subir á su dormitorio<br />

una banda de tambores, y mandábales romper generala con el<br />

estrépito que es de inferir, y así despavilaba al dormido. Y si<br />

su hija se descuidaba en acabar la tarea impuesta, hacíala salir<br />

al balcón con la escoba al hombro, y allí, á vista de todo el<br />

mundo, obligábala á hacer centinela. Y el que asi trataba á sus<br />

hijos, no seria mejor con su mujer, la cual tenia arresto seguro<br />

cuando quiera que se descuidaba en asunto concerniente á co­<br />

cina ú otros negocios por el estilo, y el arresto duraba nn dia<br />

ó dos, ó cuatro ó seis ó mas según la falta, y el jefe de la<br />

guardia tenia orden formal de no dejar salir á la generala hasta<br />

concluir su condena. Y á estos rasgos que refiere la historia<br />

tantas veces citada en mi libro, debo yo añadir otra anécdota<br />

que prueba la demencia del conde mas que lo que hasta ahora<br />

va dicho. Y esa anécdota se reduce á que un dia se le desman­<br />

dé el caballo, y para castigar su insolencia, mandó que le car­<br />

gasen de grillos. Y otro dia echó á'presidio á su perro, si es<br />

que la noticia es exacta, y si no lo es, tanto dá, porque nunca<br />

se inventan tales cosas, si el prójimo de quien se refieren no<br />

dá pié á la suposición con otras barbaridades análogas.<br />

Y tal era el conde de España, y el rey se divertía, muchí­<br />

simo al saber que en efecto era así, y en lugar de encerrarle<br />

cu una jaula, complacíase en dejarle jugar con el arma de la<br />

dictadura, con el arma que mas discreción y mas Uno y pru­<br />

dencia exige, cuando suena en los pueblos-estremecidos la hora<br />

terrible de manejarla. Y era tal el poder omnímodo de que estaba<br />

- revestido el déspota, que á las veces alcanzaban sus víctimas<br />

reales órdenes que las protegían, y el conde hollaba el manda­<br />

to regio, y el monarca lo toleraba. Y al que no lo quiera creer,<br />

recordaréle el nombre de Pep Morcaire, ó sea el opulento José

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