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nía. Circunscrita la querella á este último, no se puede dudar
que era lógico el medio á que se habia recurrido con el objeto
de derribarlo; mas no así refiriéndola á aquel, pues tratándose
uo ya de un cambio, sino de una modificación, era evidente la
desproporción existente entre lo exajerado del medio y lo circuns-
pectodel fin. De aquí la estrafw contradicción en que constante­
mente incurrieron los revolucionarios del 20, destruyendo con
una mano lo mismo que elevaban con la otra, ó embotando ellos
mismos el filo del arma monstruosa y terrible con que pretendían
herir. Para ir mas aprisa ó mas despacio, pero siempre encerra­
dos en el círculo del gobierno constitucional, no se necesitaban
mas esfuerzos que los puramente legales, siendo solo esplicables
los otros en el caso de haberse propuesto. como á veces lo apa­
rentaron , dar al traste con la monarqir" ¿No era risible ver-
a r a l u e
los emplear el ariete destinado á ú> °> P 8°
el trono como los moderados « > 9
** era el único ob­
jeto á que aspiraban los r 'f^ mutweú el mando á sus
n i n u n o
antagonistas los de ^ » £ B &
-evo orden de cosas. ¿Merecía esto la pena
ra producir ojrfc^ c u a | , o ^ ^ ^ ^ ^
e llama
.ones y de las sociedades secretas? Tanto montaba en
coa
/e un alfiler, emplear como quien dice una lanza para
Producir un rasguño.
Estas consideraciones que al presente pecan un tanto de
plantadas, estarán mas en su lugar en los sucesivos capítulos,
imitándonos ahora á indicar los progresos de la asociación á
^•en era deudor el pais del beneficio de la Libertad, escusado
e s
decir que si era fuerte el poder de que disponía en el últi-
m
de los seis años del absolutismo real, fué lo mas sin com­
paración cuando después de alcanzado el triunfo consiguió or-