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de esta desventurada nación, y tal debia ser la consecuencia de
haberse propuesto como monarca, no ya dirigir un gran Pueblo,
sino acaudillar un partido.
Y á pesar de haber disgustado á los fanáticos y los perse­
guidores hasta el punto de convertirlos en rebelados contra su
autoridad, el fanatismo y la persecución llegaron en esta jor­
nada á un eslremo el mas increíble, y tal, que el refinado des­
potismo de los años 14 al 20 no fué sino cosa de juego com­
parado con el de ahora.
Y S. M. absoluta empezó su nueva carrera condenando á
pena de horca á los tres miembros de la Regencia nombrada
el dia 11 de junio, y eso que Valdés no habia admitido su
puesto sino por complacer al monarca, y eso que Ciscar y Vigo­
det se hallaban en el mismo caso, y eso, en fin, que el postre­
ro de los tres tenia en su poder una carta de la mano y puño
del rey, en la cual le mandaba aceptar el cargo por que ahora le
ahorcaba. Y sino los colgó con efecto, fué porque ellos tuvie­
ron la fortuna de poder escapar de sus garras, acogiéndose á uu
buque inglés y largándose á Cibrallar.
Y la misma sentencia de muerte fué pronunciada por el
mismo rey contra el general Ballesteros, y también tuvo éste
que huir, y de nada le valió , como veis, su capitulación con
Molitor, como no les sirvieron á los suyos los pactos en cuya
virtud habian vuelto la espalda á las Corles y al gobierno cons-
tilucional.
Y á estas proscripciones individuales siguieron luego oirás
en masa, y la fulminada en Jerez comprendió el dia 2 de octu­
bre á unas cien mil personas y pico, á las cuales se vedó apro­
ximarse á los punios donde estuviera Fernando y cinco leguas
á la redonda. Y si el rey calaba en Madrid , no podian eslar