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Y so eran estos precisamente los únicos objetos de rabia para
los furibundos realistas; que yo me acuerdo de que en aquella
época tenia solamente doce años, y por ser hijo de un impurifi­
cado, aunque mi padre no era liberal, recibí un garrotazo en la
cabeza, que así como se embotó en el sombrero, pudo haberme
dejado en el sitio cuando me ocurrió este percance en la plaza
déla Magdalena de la siempre heroica ciudad.. Y este fué mi
primer padecimiento por la causa de la Libertad, cuando ni
la había servido, ni siquiera la conocía, ni mi padre, como tengo
dicho, era otra cosa que un pobre hombre, monárquico por
instinto, obediente á toda autoridad constituida, dependiente del
resguardo bajo el régimen que acababa de ser abolido, impurifi­
cado por ende, y no obstante amante del rey en medio de la
horrible miseria á que le condenaba su gobierno, hasta que
rehabilitado después, y luego declarado cesante con cien reales
de sueldo al mes, se despidió del mundo y de los hombres,
dejando una viuda.y dos huérfanos y espirando en un hospital.
Y perdóneseme este tributo á la memoria de mi pobre padre,
del siempre virtuoso ROMUALDO, del hombre mas honrado
tal vez entre todos los de su profesión: y perdóneseme junta­
mente el recuerdo de mi contratiempo, aun cuando solo sea
por la circunstancia de haber sido el golpe en cuestión mi
primer maestro político en materia de doctrinas de orden, así
como la primera ocasión queme hizo conocer los inconvenien­
tes de la Soberanía del Pueblo cuando no se limita á la elec­
ción de los mandatarios del Pueblo, ó se entiende por ella so­
lamente el ejercicio de la fuerza bruta.
Y habia en Madrid una junta titulada secreta de Estado , y
era su objeto sistematizar la tiranía y la persecución, y formá­
banla varios eclesiásticos de los que componían el gran centro