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ARO 1827. 5GÍI
do bando cuyo lema era acabar con los liberales basla la cuarta
generación, y encender otra vez las hogueras, con todo lo de-
mas consiguiente á los planes de sangre y eslerminio madura­
dos por la sociedad autora del papel prohibido.
Y una de las juntas mas autorizadas de la sociedad en
cuestión celebraba entonces sus sesiones en el monasterio de
Poblet, y desde allí soplaba la lea, y no era esla la primera vez
que se congregaba en lal sitio, pues ya en setiembre de 1825 se
habia alli celebrado otra, compuesta, como quien no dice nada,
de 127 prelados presididos por el de Tarragona, por el famoso y
nunca bastante execrado Creu\,á quien ya mis lectores conocen,
y que para bien del pais habia ya muerto á esla fecha. Y uno de
los acuerdos tomados por la junta á que me refiero, se redujo ú
comprometerse todos aquellos sanios varones á hacer cuanto
estuviese en su mano por sacar de la plaza de Barcelona á 60O
oficiales indefinidos del ejército constitucional, y diseminándolos
por los pueblos, asesinarlos en una misma noche. Y si no se
verificó la matanza, debióse, no á piedad ó arrepentimiento
por parte de los verdugos, sino á haberla impedido con su celo
el intendente de policía. Y salvándose esos 600 militares, no
por eso tuvieron igual suerte mil ochocientos veinte y ocho mas,
pertenecientes lodos á las filas del mencionado disuelto ejérci­
to, y todos ellos sacrificados en los caminos y poblaciones an­
tes de terminar el mes de octubre del año 25 indicado. Y siendo
ahora en el 27 el mismo é idéntico club quien dirigía la su­
blevación inaugurada por Llovel y Trillas y domas que arriba
he nombrado, discurrid lo que en caso de triunfar hubiera
dado esta de sí, aun suponiendo que Fernando Vil se hubiera
sostenido en el trono.
Y por fortuna no llegó á vencer, y antes bien pareció sofo-