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diciones que á falta de otras prendas los calificasen para tan
elevados puestos, pues aunque Gaseo hablaba con facilidad y
gracia, ni tenia instrucción vasta ó profunda, ni el menor cono­
cimiento de los negocios, y Navarro no pasaba de ser un abo­
gado mediano. La Gobernación de Ultramar fué encomendada
áD. José Manuel Vadillo, instruido y no rudo, pero pesado é
indolente, el mas á propósito entre sus colegas para ministro
por la categoría que ya antes ocupaba, y con todo eso nada
idóneo para el gobierno. Dióse el despacho de Marina á Don
Dionisio Capaz, diputado en 1813, y perseguido en 1814, sien­
do estos sus únicos títulos á la elevación en que se le ponía.
Fué ministro de la Guerra D. Miguel López Baños, uno de los
cinco generales del ejército libertador. Quedóse en interinidad
el ministerio de Hacienda, sirviéndole así por largo tiempo
D. Mariano Egea, empleado antiguo, hasta entonces no dipu­
tado, y que en política no habia figurado ni siquiera como de
mediana importancia. La mas singular elección fué la del mi­
nistro de Estado, en el cual todos debían confesar talento é
instrucción; pero á quien nadie podia suponer identidad para
el cargo que se le encomendaba Fué nombrado para un desti­
no de tanta gravedad y lustre D. Evaristo San Miguel, coronel
de estado mayor, señalado por la parte que habia tenido en la
empresa de restablecer la Constitución; paisano de Riego, y su
amigo, asi como su compañero en la columna famosa, y su
constante panegirista; hombre de vasta lectura en varias mate­
rias y de conocimientos literarios; diestro en el manejo de la
lengua francesa, calidad no común en un militar, y para un di­
plomático de algún precio; de entendimiento tardo, pero no
torpe; de poco acierto al espresarse; de modales raros, y para
lo que se llame el despacho de negocios, y especialmente el