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Aj*o 1820. vm
Tarea es espinosa en verdad la que me toca desempeñar
ahora! mas yo debo escribir para mi Patria, para toáoslos españoles,
sin adular á fracción ninguna, sin mostrarme parcial
con nadie, sin dar otro color á mi obra que el de la verdad pura
y neta, al menos tal cual yo la comprendo, chille el que chille
y caiga el que caiga, como mis señores lectores recordarán
que tengo prometido.
I fie celebrado cual corresponde el triunfo alcanzado por
Riego; ¿pero no hay en esa victoria alguna triste observación
que hacer?
Dos vicios radicales acompañaron el cambio radical del año
20: haberse proclamado una Carta para la cual no estaba educada
la generalidad del pais, y haberla inaugurado el ejército en
vez de reclamar ese pais el honor de la iniciativa. En lo primero
cabía arreglo modificando la Constitución, aun después
'de aceptada por el rey sin modificaciones ningunas: lo segundo
era un hecho irremediable, al cual no habia sino cerrar los ojos,
conformándose con la triste evidencia de la falta de espíritu público,
ó para que se entienda mejor, de la falta de espíritu político,
en los españoles de cotonees, incapaces de romper sus cadenas
si el brazo militar no lo hacia. Compárese el sublime alzamiento
de 1808 con el á que ahora nos referimos, y se verá la
inmensa distancia á que se halla el uno del otra,, aun prescindiendo
de lo que en aquel carece de ejemplo en la historia. El
primero fué obra del Pueblo; el segundo producto de un partido.
¿Quiere esto decir que el alzamiento de 1820 careció da earácler
nacional? Lejos de mí semejante absurdo. El pueblo sancionó
con su silencio la lejitimidad de la lucha empeñada por
los constitucionales, y al verlos salir vencedores, los felicitó cordialmente.
Nacionalizado est4 un triunfo cuando tal fisonomía