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290 TiniOS Y TROYANOS.
tareas lej isla tí vas. Al realizar la apertura, tenia ya el gobierno
motivo para temer que necesitaría los auxilios de la Asamblea,
y asi el rey anunció en su discurso que los reclamaría desde
luego, si lo exigían las circunstancias. El Congreso contestó que
en buen hora, manifestando esplícílamente que S M. hallaría
en los representantes de la nación los mas celosos promovedores
* de la pública felicidad, elevados sobre los dos polos de la liber­
tad y del orden. «Las Corles, anadia la respuesta al discurso de
la Corona, bastan á abogar las criminales esperanzas y reprimir
el ímpetu de las pasiones, y calmar los motivos de inquietud y
de recelo, infundiendo seguridad á los buenos, terror á los mal­
vados, fuerza á las leyes, valor á las autoridades: y formando un
muro impenetrable alrededor del trono, lo librarán igualmente
de que la arbitrariedad lo socabe, y de que lo conmueva la
anarquía.»
A palabras tan terminantes, redactadas á lo que parece por
. el señor Martínez de la Rosa, agarróse en noviembre el gobier­
no como el abogado al hierro candente. Dirijió, pues, el rey
un mensaje á la representación nacional, dándole parte de las
ocurrencias que tenían lugar en Cádiz, y reclamando su coo­
peración, no sin asegurar que sus deseos eran los mismos
que los de las Cortes; á saber, la observancia y consolidación
del sistema constitucional. En prueba de que esto era así, po­
dia haber citado á Regato, el cual estaba á la sazón en Sevilla
acalorando el pronunciamiento, tal vez por cuenta de S. M. aun
mas que de la gente comunera, en cuyo nombre pasaba el dia
predicando en el café del Turco patriotismo aforrado en re­
beldía, con lo demás que era consiguiente. La comunicación del
monarca fué contestada, no sin controversia, y bien borrascosa
por cierto, en sentido propicio al orden, renovando las Cortes