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desabrimientopoco amable, así como su tal cual instruc­
ción con ciertos visos de pedantería. Poco afecto á la Consti­
tución proclamada, por el desairado papel que en ella hacía el
poder real, lo cual, atendida la época, no se puede dudar que
era un vicio de los mas necesitados de enmienda, mirábala tam­
bién con desagrado por la falla para él mas capital de una se­
gunda cámara de proceres, lo cual, atendida la índole de esta
nación originalísima, maldito si soñaba en ser defecto; pero
como quiera que sea, él no concebía posible la existencia de la
monarquía unida al elemento democrático sin el intermedio
preciso del otro consabido ingrediente, el elemento de la aristo­
cracia; porque ¿cómo aunirse entre sí el papel v. gr. y la tabla
sin un poco de engrudo ó de cola? Esto no habia entrado jamás
en la cabeza de ningún político (aunque entrase muy bien en
la de quien quiera que conociese un poco este pais, donde el que
mas y el que menos se tiene por tan bueno como el rey); y así,
nada tiene de estraño que el bueno del marqués de que habla­
mos no se elevase á la concepción de un monarca esencialmente
del Pueblo, refundido esencialmente en el Pueblo, cuando ni
aun ahora la admiten hombres que siendo de su misma escue­
la, son también mas científicos que él, y eso que han visto á
femando VII erigido en rey no del Pueblo, sino de su parle peor
de lo que para no confundir ideas que son muy distintas, se
llama populacho en todas lenguas. Eslo á un lado, Girón como
hombre y como marqués que era mas, pensaba del modo ya di-
cho, y si en su doble calidad de tal vía de este modo la Carta,
como soldado rígido cual otro en materias de disciplina, mira­
ba con disgusto aun mayor el medio á que se había recurrido
para hacerla prevalecer: la sublevación del ejército. Este» que
fen efecto era un mal, éralo de aquellos también con los cua-