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or y de sangre que habian* sido azote de! país, y esto por de
pronto bastaba para augurar una nueva marcha, bien que Zea
aunque moderado, fuese aún demasiado absolutista para espe­
rar que puesto segunda vez al frente de los negocios, les abrie­
se el franco sendero que las nuevas circunstancias pedian.
Y entretanto el ex-ministro Calomarde alejábase de Madrid,
no ya precisamente depuesto, sino desterrado, proscrito; y tai
desgracia en el consejero que mas profundamente se habia in­
ternado en el alma y favor del rey, era señal harto significativa
en pro déla justicia que al fin debia hacerse á algún otro afec­
to, á algún otro cariño mas noble, á alguna otra solicitud mas
pura, mas desinteresada, mas leal, mas digna de retorno y de
premio. ¿Yquién podia sobre la tierra presentar todos esos títulos
á la confianza real, como la que olvidada de sí misma solo había
pensado en calmarla agonía del moribundo, sin abandonarle
un momento ni aun cuando el lecho del himeneo estaba ya con­
vertido en tumba? •
Y en efecto; el rey vio por último lo que mas importaba
que viese; que entre tantos infernales espíritus como habian
cercado su cadáver, solo Cristina, solo su esposa, solo la au­
gusta madre de sus hijas, habia sido su arcángel bueno... y
¡oh ventura! abandonándose entonces á un sentimiento de efu­
sión nunca por él esperimentado hasta aquellos supremos ins­
tantes, instantes en que no hay ser tan malo que no tenga un
pensamiento, una idea , un movimiento de corazón inspirado
por el genio del bien dijo: ha sido mi ángel tutelar, y quiero
que lo sea del reino,
Y el gobierno de la monarquía pasé á manos de la augusta
consorte durante la dolencia del rey, y el principio liberal y el
dinástico volvieron nuevamente á revivir, y aun no habia pa-