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y formales las palabras de que arriba se hace mención.
En efecto: erigidos los ministros en consistorio del poder
real y en representantes del orden, esmeráronse desde '1 pri­
mer dia en mostrarse dignos en todo de la confianza de aquel,
á par que decididos á combatir cuantos elementos anárquicos
6e opusiesen á la acción del gobierno. Su idea era patriótica
sin duda, y considerada en su fondo, no seré yo quien tache
á aquellos hombres por una concepción tan hidalga , especial­
mente en lo que toca á Arguelles y demás compañeros de cade­
na. Una consideración sin embargo debió tener peso en su
mente, y desgraciadamente no lo tuvo. La situación era revo­
lucionaria á pesar de sus buenos deseos, y empeñáronse en ser
hombres de orden mas de lo que en conciencia debian, atendi­
dos los graves peligros que amenazaban esa situación. ¿Era ya
normal por ventura aquel estado de cosas, para considerarse
política una lucha trabada frente á frente con ciertos elementos
de vértigo, en vez de dirigirlos con maña y de tenerlos como
en reserva, para en caso de necesidad, demasiado probable por
desgracia, contraponerlos á la acción anárquica de otros ele­
mentos opuesldS?'
No bien se publico en todas parles la ley fundamental del
año 12, formáronse en Madrid y en las provincias una por­
ción de sociedades públicas, compuestas, generalmente hablan­
do, de los mas fogosos patriotas, patriotas que en' contraposi­
ción á los que habian figurado ya en la época del 10 al 14, y
por eso llamados antiguos, constituían el núcleo principal de
los hombres nuevos de ahora. Incesantes conspiradores en las
sociedades secretas con el objeto de restablecer la Carta por
Fernando abolida, habian á la postre triunfado á costa de un
gran número de mártires, y era natural que al mirarse en pie-