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Afto 18*23. 465
Ballesteros tenia á su cargo la defensa de los Pirineos con
un cuerpo de 16,000 hombres; mas no tuvo á bien intentar esca-
ramuzas de ninguna especie: y así, dejando á los invasores franco
el paso hasta la línea del Ebro, dirigióse con los suyos á Va­
lencia, provincia que hervía en facciones y cuyo cabecilla Sem-
pere, hombre tan audaz como nulo, la recorría á todo su sabor,
asi como el carretero Chambo, el comandante Prats y otros
varios, habiéndose el primero apoderado (después de acuchillar
en Gaibiel á 900 soldados nuestros) de Segorbe y del castillo de
Murviedro, llave de todo aquel territorio. Otra clase de gente
había dispuesta igualmente á impedir el paso del Bidasoa á las
huestes del absolutismo, y era una reunión de carbonarios as­
cendiente á ciento diez hombres, franceses é italianos todos
ellos, emigrados de sus respectivos países, y mandados por
un Mr. Carón, los cuales se lisonjeaban con la esperanza de que
alzando el estandarte tricolor, los soldados del duque de Angule­
ma se les desertarían á bandadas, viniendo á pasarse á las filas del
ejército de los hombres libres, que era el título con que se con­
decoraban aquellos hombres desesperados. Hubo con esto una
pequeña acción, en la cual intentó el caudillo de éstos atraerse
los soldados del duque dando vivas á la Libertad; pero su con­
trario Vallin respondió con la artillería', y el ejército de los emi­
grados se vio en la precisión de desbandarse, encerrándose en
San Sebastian, desencantado de las ilusiones que hasta enton­
ces habia tenido. Visto estaba que los soldados franceses, y sobre
todo sus oficiales, podian ser hasta republicanos considerados
individualmente; pero en masa y sujetos á la ley de la militar
disciplina, el mismo Turco podia contar con ellos para eternizar
con su ayuda el mas feroz de los despotismos.
Pasaron, pues, los franceses el Bidasoa sin obstáculo de
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