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!82 TIHIOS V TUOYANOS.
pero atrozmente revolucionario, y tal, que con solo escuchar­
le, ponía á los menos calientes en tentación de llevar el com­
pás sobre algún malhadado servil á puñadas, pescozones y pa­
los. No contento con el simple anuncio, quiso Riego que sus
ayudantes entonasen el nuevo dos por cuatro para que el público
se convenciese de la oportunidad de la música, y así con efecto
lo hicieron , volviendo locos á los espectadores tanto las notas
como la letra, y acabando por entonar estos, en unión con los
oficiales, aquel tan sabido estrivillo:
Trágala, trágala
Tú servilón,
Tú que no quieres
Constitución.
Con esto y con ios palmoteos, con las coces y los basto­
nazos que acompañaban los sforzandos del esdrújulo intermi­
nable que servia de dignísima letra á los veinte mortales tresi­
llos de que dicho coro constaba, quedó convertido el teatro en
verdadera plaza de toros, siendo en vano que el gefe político
se esforzase en calmar el desorden desde el palco de la presi­
dencia , puesto que sus palabras no sirvieron sino para escitar­
lo mas y mas, llegandoá amenazarle seriamente algunos délos
cantores con echarle del palco abajo, como á uno de tantos ser­
viles á quienes aludia la música. Hubo, pues, la autoridad de
callarse, dándose por muy satisfecha con que, gracias á cuatro
oficiales de la milicia y la guarnición, no pasase la amena­
za á ser obra. Riego en tanto, embriagado con el triunfo que
habia conseguido su canto, no dispertó de su enagenamiento
sino concluida la fiesta, y así nada tiene de eslraño que no le
permitiese el arrobo contribuir de un modo decidido al restable-
cimienin del orden. Terminada la función teatral, dirijióse á su