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del castigo no obstante, si á las claras y á vista de lodo el mundo
atentaban á la inviolabilidad de dos representantes del pais,
contentáronse con gritar, dirijiéndoles varios muerat mientras
pasaban por entre los grupos; pero arrepentidos después de so
falta de resolución, ó impulsados tal vez por maño oculta, cHrijiéronse
á la casa de Toreno, donde intentaron sacrificarle. Este
en tanto, previendo el suceso, se babiá anticipadamente ocultado,
y así no consiguió nada la turba, salvo solo allanar su morada,
sin respeto á la hermana del conde, viuda del desdichado
Porlier. La noticia del dispuesto alentado hizo levantar en las
Cortes un grito general de reprobación, participando de tan
justa ira basta los diputados mas ardientes en favor de los principios
populares, entre ellos el indicado Calatrava, que opuesto,
á los proyectos como ya se ha dicho, y habiéndolos enérgicamente
combatido durante la discusión, dióles á la postre
su voto.
Con esto llegó el 14 de febrero, y el rey cerró este dia las
Cortes, cuyos trabajos elogió altamente en su discurso de despedida,
con particularidad las tareas relativas al Código penal
y á la división del territorio. Dignas fueron en efecto
de loa tanto por esta consideración como por otras mil que el
lector deducirá de lo que va contado, y salvo en las cuestionas
de orden, en las cuales con tanta frecuencia se pusieron en contradicción
consigo mismas, ó en las cuestiones revolucionarias
en que con la misma frecuencia se contradijeron también, no
sé yo que cometieran pecados de los que no merecen escusa.
Y aun en esto, bien mirado, la tienen. La anarquía constitucional
reinaba no solo en las calles, sino también en el gobierno
mismo. ¿Qué estraño es que el Congreso alas veces participase
de una enfermedad, de la cual no se escepluaha nadie?