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ANO 1822. 3fc¡F
ante quien huían. Dijo, pues, que aquel preguntar era hijo del
celo de los diputados, deseosos de no ser tenidos por hombres ve­
nidos á lisonjear al trono para llegar á ser los que dispensasen
sus favores, á robustecer el poder para después ejercerle, y á
convertir aquellas tribunas en antesalas y sus discursos en memo­
riales: alusión dirijida á censurar la conducta de Martínez de la
Rosa por haber aceptado el ministerio, calientes todavia las ce­
nizas de su cadáver como diputado. Aplaudiéronse á rabiar estás
palabras por las gentes de las galerías, siendo este el único
ftfúnfo alcanzado por el bando caliente en aquella memorable
sesión, á la cual quedó por apodo llamarle la de las preguntas.
Irritados los hombres del trágala al considerar su derrota,
resolvieron tres dias después volver nuevamente á la carga. En
una de las primeras sesiones habian los diputados renunciado
la cuarta parte dé su asignación que con el nombre antiguo de
dietas recibían de los fondos municipales, y á este rasgo de
desprendimiento quisieron añadir otro ahora, que al paso que
acabase de captarles el aura y favor popular, sirviese de cen­
sura al gobierno por el estilo de la que Galiano habia^dirigido á
Martínez. Los artículos 129 y 130 de la Constitución prevenían
terminantemente que ningún representante del pais pudiese
ufante su diputación admitir ninguna clase de empleo; ni pen-
s,0b
¡s ni condecoraciones que fuesen de provisión del rey, has-
* un
%ño después de aquella. Esto último, como se ve,nocom-
pendraen la prohibición la aceptación^ del cargo de ministro,
y e agVi que la oposición tratase de hacerla estensiva al caso
dejue n«s ocupamos, renovando lo resuelto en las Cortes
des 10 sobre que ningún diputado pudiese admitir empleo, ú
oWriérced cualquiera que fuese, [hasta haber trascurrido el
plaAnual subsiguiente á la diputación."Presentóse, pues, la