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había desistido de empeñarse en nuevas tentativas, mientras las
circunstancias y el tiempo estuviesen en contradicción con las
aspiraciones de su alma. Y así pensaba, y pensaba bien, cuando
un esbirro con tres galones, un coronel agente de Moreno, hizo
creer á los de Gibraltar que era libe,ral como ellos, y atrayéndose
así su confianza, pasó" luego á manifestarles que la tropa
lo era también, sobre todo la que existia en Málaga. Y el primero
con quien se espontaneó en este sentido, encargándole
por supuesto el secreto, fué un amigo del general Torrijos,
y añadióle que si éste y los suyos verificaban un desembarco
gritando Libertad otra vez, el éxito seria seguro, puesto que la
tropa en cuestión secundaria el pronunciamiento. Y Torrijos
con estas nuevas sintió inflamado su grande espíritu ,. y al fin
vino á parar de unas en otras á prestarse á acaudillar otra empresa,
poniéndose de acuerdo con el enmascarado coronel, que
con el fia de acalorarle mas y enterarse de todos los pormenores
relativos á la nueva espedicion, pasó á Gibraltar en persona
y dio avisp. de tott> á M#r»eno.
Y este entonces sintió en su alma la alegría que siente el
tigre cuando vé que se le acerca la presa; y Torrijos salió de
Gibraltar con 52 compañeros, oficiales en su mayor parte, y
confióse á dos barquichuelos, en los cuales sentar el pié fué lo
mismo que ponerlo en la tumba. Y no bien estuvo en el mar,
cuando le siguió á las calladas el falucho guardacósta Neptuuo,
encargado de acechar su salida y de cortarle la retirada. Y los
míseros barquichuelos fueron acometidos por él, y batidos á cañonazos
, vararon al fin en la arena, saltando en ella los conducidos
ia noche del 30 de noviembre en un punto cercano á
Málaga denominado la Fuengirola, sin poder persuadirse todavía
de la traición que tal. incidente tan claramente les revelaba.