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que no posean un centro en la célebre casa de Irati. Ello sí^
si aquí atacan á Reus, tienen que retirarse con pérdida; mas
en el mero hecho de atacarla, ¿no prueban su osadía y alien­
to? ¿No indica igualmente su audacia la actitud que toma el
[rápense delante de la plaza de Jaca, después de entrar en
larbaslro y Huesca, aun cuando le rechacen también los de­
fensores de aquel castillo? ¿Qué importa que Zarco del Valle
le dé una zurribanda en Ayerve, ó que al cañón que ha perdi­
do aquí se añadan otros cuatro de montaña que Tabuenca le
toma en Bolea? Bien pronto los aquí victoriosos caerán en
manos del barón de Eróles con su desgraciado caudillo, vil
y cobardemente asesinado por aquellas hordas feroces; bien
pronto basta las mismas mugeres tomarán parte en el principa­
do en la guerra contra la Libertad; bien pronto no será ya Tu-
dela ni otros pueblos de la derecha del Ebro los tínicos que
invada la facción en su avance hacia la capital: Madrid, basta
el mismo Madrid, se verá amenazado por Bessieres unos cuantos
meses mas tarde.
La amenazadora actitud de nuestros vendeanos y el mani­
fiesto de la Regencia, irritaron los ánimos en vanos puntos de
Cataluña, sobre todo en la capital, cuyo ayuntamiento hizo que­
jar en setiembre por mano del verdugo aquel documento, men-
ia del siglo á que pertenecía. Celebrado este auto de fé en
presencia de la guarnición y de la milicia, desatóse la plebe
(íberal en mueras contra los serviles, viéndose precisados el co-
landante general marqués de Castelldorrius y el gefe político
Don Vicente Sancho á acceder al arresto de varios de ellos, á
-trueque de evitar las desgracias- que hubieran sucedido sin du­
da, resistiéndose á la providencia dictada por la muchedumbre.
Conducidos á la ciudadela en número de mas de 60, fueron