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que su amor mismo á la Constitución le hiciese mirar de mal
ojo á quien quiera que la falsease, y asi nada tendría de cslra-
ño que sin llegar hasta la República, aspirase si le era posible á
librarla de su mayor enemigo, al cual, si era verdad que aque­
lla daba poder muy corlo para gobernar, el que le conferia pa­
ra conspirar y para arruinarla á mansalva era todavía muy
grande. Pudo, pues, suceder muy bien que en las intrigas de
aquella época participase Riego de la opinión de los que no
querían el veto, y en tal caso seria reformista en sentido ultra-
constitucional, mas siempre dentro de la monarquía, ni mas
ni menos que mas adelante pareció pertenecer á ese bando
cuando siendo presidente del Congreso sostuvo en alta y so­
lemne voz que no tenia el rey prerogativas, sino solamente de­
beres. Sea de esto loque se quiera, lo que no admite duda es
que el héroe del ejército libertador andaba aquellos dias meti­
do en un plan atrevido y vastísimo, en el cual estaba mezcla­
do no solo el interés de la Península, sino también el de la na­
ción francesa , con cuyos liberales descontentos pareció estre­
chamente ligarse.
El gobierno de la restauración hacia espiar á la Francia el
magnífico despotismo degloria que le habia hecho sufrirel gran
Napoleón Bonaparte, quien después de cinco años y medio de
confinamiento en la roca de Santa Helena, acababa de librar á
la Inglaterra del cuidado de vigilarle, y al mundo del temor que
aun le infundía con solo oir pronunciar su nombre, espirando
e
l 5 de mayo de este año 1821. Dolado Luis XVIII de talento y
Penetración , habia procurado conciliar las antiguas y modernas
exigencias en la Carta otorgada á la Francia; pero en el mero
hecho de otorgarla habia revelado bastante cuanto participa­
ba del error de los príncipes que desposeidos de sus estados
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