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ay! la exactitud de ese refrán debe ser matemática sin duda
puesto que el convento masónico tardó tan poco en desorganizarse
, que no parece sino que la restablecida armonía fué el
principio de otra nueva discordia mas funesta que la anterior,
debiéndose todo tal vez á no haberse observado el adagio en su
rigorismo inflexible. Ya antes de terminarse el año 20 manifestóse
entre los afiliados del club cierto principio de desavenencia
, nacida de unos cuantos. descontentos que no veian con
buenos ojos convertido en ministerial un cuerpo que en esencia
y potencia debia ser de la oposición, y de otros que pensando
en este punto de muy diferente manera, creian altamente impolítica
la esclusion de Yandiola y Toreno, como efectivamente
lo era. Unos y otros sin embargo aplazaron su rompimiento definitivo;
mas no asi las sociedades patrióticas de la Fontana y de
la Cruz de Malta, las cuales, vueltas á sus peroraciones con el
mismo ardor que al principio, merced al nuevo aspecto de las cosas,
diéronse á predicar la primera en sentido bastante conciliador,
y la segunda contra los ministros, mostrando así evidentemente
clara su lamentable desavenencia, llegando átal estremola
última, que elevó una esposicion á Fernando pidiéndole la destitución
de sus consejeros, acusándolos entre otras cosas de haber
sido los autores de la farsa ú amenaza de pronunciamiento á
que nos hemos referido antes. Los patriotas de la Fontana llevaron
muya mal un escrito tan evidentemente realista, y no sin ra*
zon sospechado de haber sido estendida su minuta en la misma
Casa Real, no faltando en medio de eso oradores que sin ver a
diablo detrás, diesen la razón á la Cruz. Hubo de persignarse el
ministerio por el respeto debido á esta; pero viendo que aquel
le hostilizaba abusando de su posición, resolvió lanzarle de ella,
ncargando al marqués de Cerralbo (nombrado gefe político de