SÉ - DSpace CEU

la Constitución gaditana, pues entonces le hubiera sucedido lo
que á otro tal Rodríguez sucedió, que fué ir por diez años á
Ceuta, sino por haber proferido... ¿qué diréis? espresiones am­
biguas ó cuyo verdadero sentido no entendían los que le con­
denaban. Y aun tuvo peor suerte Andrés Negrete, condenado á
la misma pena por desafecto á S. M., sin espresar los hechos
ni aun los dichos por los cuales se le hubiese probado semejan­
te desafección. Y si así se trataba á estos, no estrañaremos
que Vicente Oroz fuese fusilado por un muera y un viva de los
que conducían al patíbulo; ¿pero cómo concebir la sentencia
de diez años de presidio, fulminada contra Espinosa compa­
ñero del anterior, no ya por haber secundado sus gritos, sino
por hallarse con él sin soñar en abrir los labios para decir esta
boca es mia? Y aun el presidio no fué bastante para castigar su
silencio, puesto que fué preciso también que presenciase la eje­
cución del pobre que habia gritado. Y voces de esta naturaleza,
claro está que no podian proferirse sino en estado de enajena­
ción mental por parte de los que en tal época así desafiaban al
verdugo; pero así como la embriaguez no era obstáculo para
ser entregado á ésle, no lo era tampoco el desvarío de una ima­
ginación delirante, como espresamente decia el decreto arriba
indicado. Y también fué condenado á la horca un tal apellidado
Calderón, y ejecutado el 25 de enero en la plaza de la Cebada
por haber cantado unos versos en que se hablaba con impiedad
de Cristo, del Pontífice y del monarca: delito ciertamente pu­
nible ; pero digno de menos rigor en el siglo en que se casti­
gaba. Y ahí tenéis ya una prueba de los adelantos que hacia el
Santo Oficio latente; y ahí veréis si be tenido razón en decir
que el presente año comenzó con talante peor que el muy digno
que le precedía.
TOMO II. 35