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en la Corte ni en quince leguas al rededor, y lo mismo debía
entenderse si estaba en los sitios-reales.
Y ya el 4 del mismo mes estaba consumado ol matrimonio
del despotismo y la teocracia,- y en prueba de que eslo es verdad,
citaré el decreto de dicho dia firmado en el mismo Jerez, por
el cual se nombraba confesor del rey á Saez, sin perjuicio de
continuar ejerciendo su cargo de ministro de Estado. Y fueron
padrinos en la boda Infantado respecto del novio, y el furibundo
obispo de Osma, presidente de la sociedad del Ángel
esterminador, en lo relativo á la novia. Y para apresurar el enlace
, y para apoderarse en ambos conceptos del ánimo dé
S. M., fué para lo que salieron de Madrid y para lo que corrieron
á galope al Puerto de Santa María ambos susodichos sugetos.
Y ved cuál andaría el Estado, siendo ministro y confesor
del rey un mismo é idéntico bicho.
Y esta boda fué celebrada por lo mas exagerado del clero
con la satisfacción consiguiente á su esperanza de que (a mujer
acabaría por dominar al marido. Y para engatusar mas á éste,
dieron á aquella su correspondiente dote, y esa dote fué mas
que decente, atendido lo exhausto de las arcas de la clase sacerdotal,
y con solo las sumas reunidas por los pobres cabildos de
Toledo, Sevilla, Jaén, Granada y Cuenca, se hizo á S. M.
un regalillo de cerca de doce millones en dinero contante y
sonante.
Y Fernando se estasiaba de gozo al ver tan buena luna de
miel, y en prueba del aprecio en que tenia á su idolatrada consorte,
iba con ella por todas partes adorando aquí un Crucifijo,
allá una imagen de Nuestra Señora, acullá el rostro del Redentor;
y admitía á besar su real mano á los frailes mas oscuros de
los conventos; y elevaba á mariscales de campo á los que mas