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ARO 1826. 559
dispensaba tal honra al humilde y pobre sayal, pues ya en enero
del 25 se habia hecho Grande también al reverendo fray Ga­
briel Miró, general de los Mercenarios. Y nada tenia esto de
particular cuando otros frailes eran coroneles, brigadieres y ma­
riscales de campo, y habia guerrilleros-canónigos, y periodis­
tas de la demagogia, elevados por solo esa consideración nada
menos que al episcopado.
Y sonriendo tanto la fortuna á los apostólicos netos, no es-
trañareis que en diversos puntos hubiese durante este año va-
ríos chispazos de conspiración , encaminados indirectamente á
sentar en el trono á D. Garlos.
Y el rey no se mostraba cuidadoso por semejantes demos­
traciones, y todo consistía, como he dicho, en el conocimien­
to que tenia del carácter del monarca aclamado.
Y mas miedo y terror le infundia la posibilidad de un
alzamiento en sentido constitucional, y de aquí el susto con
que contempló el arribo de los sesenta libres que en la noche
del 18 de febrero desembarcaron junto á Guardamar, anhelan­
tes de hacer trisas el yugo que sobre la España pesaba. Y eran
caudillos de aquellos bravos los dos infortunados hermanos don
Antonio y D. Juan Fernandez Bazan, y el pais no los secundó,
y cayendo sobre ellos cual buitres todos los realistas de la cos­
ta, obligáronlos á pensaren darse de nuevo á la vela. Y si de­
sesperada era la empresa de intentar con tan poca gente resu­
citar en aquellos dias el reinado de la Libertad, no lo fué me­
nos la de reembarcarse, teniendo como tenian en el Estrecho tan
contrarios los vientos del mar, como en tierra los de la fortuna.
Y esto visto, adoptaron otro rumbo, y encamináronse á las fra­
gosidades de la Sierra de Crevillente, y allí se sostuvieron como
héroes hasta que no pudieron ya mas. Y D. Juan fué mortal-